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cultura

Ayer, Hoy y Mañana

 

disco

La tecnología forma parte de nuestras vidas y en ello, no hay duda. Diariamente, utilizamos un medio de transporte para llegar a nuestro destino; utilizamos el teléfono para hacer una llamada personal o bien de negocios; mandamos un fax a alguien que se encuentra en otro edificio, o bien a otro estado; escribimos un “e-mail” para comunicarnos con nuestros compañeros de trabajo, nuestros amigos o nuestros familiares; y así podemos mencionar una gran variedad de tecnologías que conviven con nosotros, a veces percatándonos de su influencia directa que ejercen sobre nuestro “ser”, aunque la mayor parte de las veces pasa inadvertida

 

Cada poco tiempo sale una versión mejorada de un móvil, un sistema operativo o un videojuego. Desde los primeros ordenadores que usaban electricidad, pasando por la creación de Internet, la tecnología ha ido avanzando cada vez más rápido.

Pero, ¿realmente estamos viviendo mejor que nuestros abuelos? Obviamente ellos están experimentando ahora el avance tecnológico. Pero hace no más de 50 años, cuando ellos eran jóvenes y estos aparatos no existían, ni por un momento pensaban que esta técnica tan sofisticada y cambiante la llegasen a conocer. En pocos años estas generaciones han experimentado este cambio

tan brusco: desde la televisión en blanco y negro, y luego a color, pasando por el teléfono fijo, al móvil, y seguidamente el boom de los ordenadores fijos y portátiles, abriendo la puerta a todo un mundo de tecnología. Han pasado de una vida de trabajos duros en el campo y fuerte esfuerzo físico, a lo que se denomina hoy la aldea global. Un vecino mío dice: «alguien tose en China y yo lo sé al segundo».

Este cambio ha obligado a estas personas a actualizarse. Con esa edad, su vida estaría destinada a simplemente conservar los conocimientos adquiridos, pero han pasado, si se puede decir así, a ser estudiantes para poder moverse en este entorno que les rodea. Y es que es verdad, pues el ser humano está condenado, de un cierto modo, a aprender durante toda la vida.

Qué es lo que nos deparará el futuro, nadie lo sabe. Algunos especulan que el ser humano alcanzará la perfección total y serán “como dioses”. Otros, en cambio, dicen que esto derivará hacia la destrucción de la raza humana; la tecnología habrá hecho la vida más fácil, pero también será más sencillo incluso matar a nuestro semejante. Pero no sabemos qué ocurrirá, conocer el futuro no está al alcance de nuestras manos (por ahora). Habrá que confiar en que el hombre, usando responsablemente su libertad, dirija la tecnología hacia el bien de la humanidad.

 

La otra cara de la moneda

 

Como bien sabemos, la tecnología ha logrado increíbles avances en nuestra sociedad, pero, como todo, esta moneda tiene dos caras. Existen muchas personas que se ven atrapadas por estas nuevas tecnologías, y que lo que empieza por un simple juego, búsquedas o contactos, acaba esclavizando a esas personas, palabra que ya había desaparecido de nuestro diccionario y que vuelve a ser actual. Enfermedades nuevas, como la epilepsia fotosensible, aparecen con el desarrollo de estos nuevos sistemas, que si no son controlados por aquellos que los usan, pueden producir daños irreparables.

Un ejemplo de estos casos son los Hikikomori; japoneses que padecen una tremenda adicción hacia los ordenadores, videojuegos, comics… Son capaces de quedarse meses y hasta años sin salir de casa, aislándose de la sociedad por miedo a la comunicación con los demás. Suelen ser adolescentes y jóvenes entre los 20 y 30 años que creen haber visto y conocido todo, y no tienen ningún motivo por el cual salir. Este tipo de agorafobia se caracteriza porque los que la sufren se encuentran tristes, se vuelven inseguros y pierden sus amigos; sólo mantienen contacto con el exterior por medio de ordenadores, videojuegos en línea, televisión,…

Koichi Takeda es una de las muchas personas que han padecido esta enfermedad. «Pasé cinco años encerrado», afirma Takeda. Recuerda que durante todo ese periodo de tiempo no habló con nadie y que sólo salía de su dormitorio para ir al baño y coger la comida que su madre le dejaba en el pasillo. Tras dos años de tratamiento a manos de una ONG, Takeda pudo afrontar aquel problema y ya es capaz de hablar sobre la adicción que sufrió.

El tratamiento consiste en alojarlos en apartamentos compartidos para mejorar su comunicación con los demás e ir mentalizándonos para salir, aunque diversos especialistas afirman que sólo entre el 30% y el 50% de los casos logra la rehabilitación plena.

Pero la tecnología no sólo afecta negativamente a las personas de este modo, no digamos de los efectos psicológicos que causa en aquellos niños que, sin control parental, hacen uso de las redes sociales sin saber realmente el contenido que éstas almacenan y que les lleva a ver y oír expresiones e imágenes para las cuales sus mentes no están preparadas (pornografia infantil).

En defiitiva, las nuevas tecnologías pueden ser muy útiles como medio de diversión, de aprendizaje y de comunicación, pero si no se usan con responsabilidad y sin que ocupen mucho tiempo del día a día, pueden ser peligrosas incluso para la propia vida de la persona y la sociedad

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