El fin de semana pasado, aproveché el toque de queda impuesto en la ciudad de Popayán, para ver la película “Los viajes del viento (2009)” escrita y dirigida por el cineasta colombiano Ciro Guerra (quien actualmente enfrenta diversas acusaciones de acoso sexual e incluso violación hacia ocho mujeres diferentes).
El filme nos narra la historia de un juglar vallenato (término que se usa para referirse a quienes tiempo atrás , fueron intérpretes errantes del acordeón) quien, a lomo de burro, inicia una vasta travesía por los pueblos del norte de Colombia, buscando devolver un acordeón a su antiguo propietario, pues según narra la leyenda popular, este fue el premio por haber ganado un duelo musical contra el diablo y sólo de esta manera el personaje principal encontrará su paz interior.
La película es un enriquecedor viaje a través de la cultura y la tradición oral del caribe colombiano. Cuenta con una diversidad musical envidiable y unos paisajes maravillosos a lo largo de emblemáticos sitios como Majagual (Sucre) y el Desierto de la Guajira.
Otro aspecto que destaco de “Los viajes del viento”, es que tiene algunos diálogos en la lengua nativa de la comunidad Wayuu, lo anterior es un hito para el cine nacional, pues ninguna otra película se atrevió a usar un idioma diferente al castellano, resulta un privilegio hacer cine en un país como Colombia, pues contamos con alrededor de 67 idiomas autóctonos.
Sin duda alguna, Ciro Guerra encontró la forma precisa para describir la cultura caribeña, no desde sus playas turísticas ni malecones sino desde sus cimientos. Esta película es un ejemplo de que los colombianos podemos hacer cine de calidad alejándonos de la arraigada narco cultura.
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Adenda 1: Justo antes de acabar el fin de semana, según se puede observar en un video que rondó por las redes sociales, un automóvil arrolló a una motocicleta con dos pasajeros en la Cra 3 con calle 7 en el barrio de Santa Inés (Popayán), lo sorprendente es que después de la ocurrencia del siniestro, la persona que conducía el vehículo siguió su rumbo sin ningún tipo de remordimiento. Al parecer seguimos creyendo que sobrevivir significa sobreponerse al otro, pues no hemos entendido que el “otro” es sagrado.
Adenda 2: Asesinaron vilmente en Buga a cuatro jóvenes que estaban prontos a terminar su bachillerato. En ningún país del mundo, ni en el más subdesarrollado matan a la juventud, sin embargo, en Colombia eso parece no importar, pues vivimos tan extraviados en nuestra lógica que hemos perdido el horizonte de nuestras prioridades. ¿Sera que la cuatrimoto del presidente no llega hasta allá?
Por: Nicolas Escobar Bejarano
Integrante del Club entre Líneas Popayán