El 21 de abril finalizó una sesión especial de la asamblea general de la ONU, donde varios países latinoamericanos rechazaron las políticas de guerra contra las drogas lideradas por Estados Unidos. Con relación a las consecuencias de éstas políticas en el ámbito local, hablamos con el cineasta colombiano Germán Ramírez, director del documental “Hayuguas: tejiendo la hoja”, y con Herney Ruiz, campesino colombiano, protagonista de dicho documental, que reivindica el uso tradicional de la hoja de coca y su producción para el consumo local y para la producción de alimentos.
TRANSCRIPCIÓN
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now! democracynow.org. El informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman. En el programa de hoy hablaremos de Colombia.
VOZ EN LA RADIO: Un nuevo acuerdo parcial en torno al tercer tema en discusión, soluciona el problema de las drogas ilícitas acaba de ser manufacturado en la mesa de negociaciones de La Habana.
HERNEY RUIZ: Es dignificante, saber que un campesino, que un niño, que tiene sus 10, 20, 50 matas de coca, 100 matas de coca, nos la venda a nosotros. Porque o sino se nos iría para narcotráfico. Entonces es coca que le quitamos a eso otro. Entonces esa es una lucha muy fuerte. Y todos somos conscientes de que estamos haciendo algo importante. En Colombia todo lo que sea coca, es tomado como que todo es clorhidrato de cocaína. Se hace lo que se hacía siempre, venderla de una forma tradicional. Al principio fue difícil. Así el mundo no lo sepa, hay familias que estamos generando propuestas de paz.
VOZ EN LAS NOTICIAS: La decisión de suspender las aspersiones aéreas con glifosato es de coyuntura presidencial.
CAMPESINO 1: Dicen que ese glifosato parece que está produciendo cáncer.
AMY GOODMAN: Hoy nos acompaña el documentalista Germán Ramirez y Herney Ruiz, un activista colombiano que reivindica el uso tradicional de la hoja de coca y su producción para el consumo local. Germán, comencemos con usted ¿Por qué está realizando esta película sobre Herney?
GERMÁN RAMIREZ: Ok, son varias razones. La coca ha sido una planta que ha existido siempre en nuestra región. Es una planta de Los Andes, Suramérica, y tiene una parte ancestral importante. Casi que podría decir que hay una motivación romántica hacia acercarme a esta historia, y es tratar de ver lo que se hacía anteriormente con la coca y todo el potencial que existe en estas plantas de los Andes, no solamente la coca, existen muchas más plantas similares. Por ejemplo, no sé, el yagé, el San Pedro. Son plantas que originalmente tenían un significado grande en la cultura de los pueblos indígenas. Ese es mi primer acercamiento hacia este documental.
Luego conozco a Herney y encuentro la historia de Lerma muy interesante, porque mezcla esa parte ancestral de tratar de recuperar una planta como la coca, pero también mezcla la resistencia social, mezcla el tema de las fumigaciones en Colombia que ha sido problemático, aunque se quiera presentar por los medios en Colombia que esto no existe, es problemático. Luego empiezo a investigar más y a descubrir que tienen una historia de resistencia muy interesante y de transformación de lo que ellos vivieron a partir del narcotráfico. Es un cambio generado por la misma comunidad, nunca el gobierno les ha ayudado en nada, simplemente ellos con su deseo de cambiar y transformar las cosas lo han hecho. Entonces la intención que me llevó a hacer esto es un poco poder presentar de otra manera la relación de los pueblos de Colombia con la coca.
AMY GOODMAN: Herney Ruiz, bienvenido a Democracy Now! ¿Puede hablar sobre el lugar donde usted nació y creció, y sobre la importancia que tiene el cultivo de la hoja de coca en esa región?
HERNEY RUIZ: Bueno, yo nací en Colombia al sur de Colombia en el departamento del Cauca y dentro del departamento del Cauca, nací en el municipio de Bolívar, y en un corregimiento que hoy es territorio de convivencia y paz que se llama Lerma. Dentro de la cultura de la hoja de coca, encontré que la región donde nací, en el macizo colombiano, es una región multicultural diversa, la zona indígena, los mestizos, o nosotros llamados campesinos y la zona afro. Entonces siempre existió la hoja de coca, para mascarla, para el trabajo, para medir el tiempo, para sembrar los cultivos, para caminar, para pensar y para la medicina natural.
Y ahí se vendía, se tenía la hoja como cultura, pero también se vendía la hoja tostada, seca a fuego, para otras regiones también. Así se vivía en nuestras comunidades hasta la década de los 70. A partir del 75, ya 79 para nosotros, aparecen compradores campesinos de hoja de coca cruda, ya para otros fines, para sacar aceite, que era muy importante y con unos precios muy elevados. Entonces ahí, inicia la cultura de lo que hoy conocemos como el narcotráfico. Cuando éramos comunidades que humildemente vivíamos y éramos inocentes de lo que podía estar pasando.
AMY GOODMAN: Explíquenos qué pasó cuando apareció el narcotráfico.
HERNEY RUIZ: Importante explicar lo que pasa con esa transformación cultural de la vida de los lermeños. Como los precios suben abundantemente, entonces nos llega un proceso de desculturización para la comunidad, porque llega nueva gente, la nueva gente trae nuevas culturas, venían a trabajar, a colocar negocios, pero entonces ya también aparecen las cantinas, aparece la drogadicción en las mismas cantinas, aparecen las armas, los carros, los electrodomésticos, y eso nos genera… como era una comunidad que no estaba preparada ni para tener plata, pero tampoco para utilizarla, pero que no había estudio, entonces eso nos genera, un problema de drogadicción, donde los niños, las mujeres, los hombres, pues se consumía la base de coca, al principio se decía la goma de coca, porque sacaban una especie de goma, pero también el licor se propaga en el resto de la familia y fuera de eso ya se inician los problemas.
Y en un pueblo tan pequeño, casi más o menos en tres años muere la cuarta parte de la población, que se mata entre sí; tíos, primos… y ya para ese entonces si aparece con más fuerza la violencia del narcotráfico, sicarios de Medellín, aparecen grupos armados, el escuadrón de la muerte, que era ya el inicio del paramilitarismo, y todo eso afecta nuestra comunidad, y por eso decimos se pierde el valor de la vida y el valor del territorio.
CELIMO HOYOS: El día jueves había tres muertos, así, heridos, el día de mercado, el domingo. Diario aparecía un muerto. El que tenía cómo irse, se iba. El que no, se quedaba para morirse, o sino, aguantando. Y ese fue el desplazamiento que hubo mucho.
TEOLINDA VELAZCO: ¡Virgen santísima! Eso era que cada ocho días aparecían tres muertes en la calle, o cuatro.
AMY GOODMAN: ¿Cómo sacaron a los narcotraficantes de su comunidad? Y háblenos del plan Colombia y de las fumigaciones.
HERNEY RUIZ: La misma violencia hizo que en nuestras comunidades, que los abuelos o nuestros mayores se reunieran a hacer propuestas. Y en esa reunión dicen, bueno una de las propuestas, hay que comprar mejores armas y morimos peleando en el pueblo. Porque nos matábamos entre sí, por ignorancia. Otro dice: “No, aquí hay que pedir el puesto de la policía”; pero otros dicen: “No, el puesto de la policía no, porque antes un policía podía ir a capturar a quince personas, entonces si hoy ya todos estamos armados ya no la van a respetar, entonces hay que pedir el batallón, porque es la única manera para que nos controle”. Otros dicen: “No, dejémoslos que se sigan matando y comencemos a pensar en obras, en salud, en infraestructura, salones comunitarios”. Otros dicen, que es el cuento más importante, de un jugador de gallos, apostador de gallos, crece gallos para la pelea como juego, entonces él dice como gallero: “Aquí lo que hay que hacer es juntar los nuevos huevos, sacar unos buenos pollos para que salgan unos verdaderos gallos”. “Y eso que significa”. “No, lo que significa es que toda nuestra comunidad es ignorante, se está matando por la ignorancia, entonces lo que hay que pensar es en educar a las nuevas generaciones, a los niños”; porque un niño ya de ocho años, de diez años, o estaba metido en la droga o estaba metido en los problemas de suicidios y de todo eso. Entonces dice: “Con la gente que ya tiene los problemas, ya no se puede hacer nada. Entonces cuando un huevo, no nace el pollo, se llama engüerar, con la gente que ya está engüerada no hay que hacer nada, hay que luchar por las nuevas generaciones, por los niños y claro hay que educarlos”. Entonces en eso se trabajó uno de los pilares del proceso, la educación, la cultura y la proyección o participación comunitaria. Educar a la comunidad en liderazgo a la comunidad que no podía ir al colegio.
De esa manera se inicia el proceso en el 88, en medio de las dificultades de la erradicación, del problema por ser sembrador de hoja de coca, se cierran, se toma la decisión de que como en el pueblo tan pequeño existían las cantinas hay que acabarlas, por lo tanto hay que hablar con la gente, pero todos eran armados, entonces, ¿quién habla con ellos?. Entonces se decide que las mujeres los enfrenten, o sea, las viudas, y las mujeres que habían perdido hijos, tíos, hermanos, hablaran con los cantineros y ellos toman la decisión de quitar las cantinas. Y de ahí ya, a través de la cultura y a través de la educación, después del 88, hubieron 10 años donde se redujo a cero las muertes violentas y donde en Colombia era el único lugar que no se podía, por decisión de la comunidad, tomar un trago de licor, ni existía en la comunidad un trago de licor, de esa manera se logró salir adelante del problema de las drogas y de todo eso que nos dejó en nuestra comunidad.
CELIMO HOYOS (cantando “El Maldito Glifosato”): Oiga es que Estados Unidos les gusta juzgar lo de otro.
HERNEY RUIZ: ¿Por qué compadre?
CELIMO HOYOS: Sabemos que ellos soplan “perica” y “pico loro”.
Mandan que a fumigar sin ver las calamidades,
nos dañan la ecología y nos dejan enfermedades.
Por eso es que fumigaron unas hectáreas de caña.
Las vieron desde muy alto les pareció marihuana.
HERNEY RUIZ: Lo del Plan Colombia, o sea, en medio de ese tipo de procesos comunitarios que nacieron en nuestro territorio de convivencia y paz de Lerma, aparecen las fumigaciones, o sea, otra manera de perseguir al eslabón más pequeño de la cadena productiva del narcotráfico. Aparecen muy lejos de los territorios nuestros, departamento de Putumayo, al sur de Colombia, el Caquetá, al sur de Colombia, se inician las fumigaciones y de esa manera entonces se va acercando cada día más hasta que llega a nuestros departamentos. El problema que se trajo fue las enfermedades, que eso fue de forma inmediata donde nos apareció: los niños, la familia.
HERNEY RUIZ: Como los niños no estaban enseñados a ver ese tipo de avionetas, era un juego ir a ver las avionetas, pero el niño que lo cogía el glifosato, era un niño que se enfermaba.
El guineo está verde y el guineo ya no no lo podemos comer. O sea, que perdí el año otra vez. Nunca en la vida, hasta que aparecieron las fumigaciones, pasaba eso. Entonces vuelvo y pierdo dos racimos que me significan la comida de nuestro núcleo familiar y del resto de familia. Ahí nos fregaron. Ese algo que le echaron hace más de 10 años comenzó este tipo de guineo a presentar esta problemática y eso se fue expandiendo de región en región, pero la gran pérdida de nosotros, que éste era el que cargaba en los tiempos secos de verano, de cuatro a cinco meses. Nos causaron daño al medio ambiente y a la salud de las personas y a la salud de los animales. Pero la coca sigue.
AMY GOODMAN: Para que lo entendamos, ¿las fumigaciones hicieron que los cultivos de coca crecieran con más fuerza, pero dañaron al resto de cultivos, como el plátano?
HERNEY RUIZ: Sí, o sea, frente a las fumigaciones de la coca, la coca se hizo más fuerte, o sea, se cosechó más. Los campesinos aprendieron técnicas de que una vez se fumigara pudiera sobrevivir, porque la coca es una planta fuerte, y entonces se aumentara el cultivo, pero sí afectó la salud humana, la animal y la salud de las plantas.
¿Qué es lo que se ha hecho a partir de entonces? A partir de entonces, así como Lerma se fue convirtiendo en territorio de paz y haciendo acciones, entonces nace la organización del Comité de Integración del Macizo Colombiano, defensora de los derechos humanos, y entonces comienza a reunirse la comunidad y a comenzar a exigir los derechos, las movilizaciones, a reclamar que no se fumigue, de que se concierte con la comunidad, para que con la misma comunidad se puedan trazar planes de vida, de desarrollo alternativo desde las comunidades.
Y ya al interior de nuestra familia, de Lerma, por resistir, y como mascadores de hoja de coca, nos dimos a la tarea de rescatar los usos tradicionales de la hoja de coca, porque siempre la mascábamos, y a pesar de todo eso se seguía mascando hoja de coca, pero quisimos avanzar más allá. Investigar qué usos teníamos en la medicina, investigar qué usos teníamos en lo espiritual, investigar qué usos teníamos en la nutrición, y esos aplicarlos para nosotros mismos. Porque decíamos nosotros: “El mundo se está perdiendo los usos mágicos y benéficos que tiene la hoja de coca, y nosotros tratar de convencerlo cuando tenemos toda una represión encima va a ser muy difícil”. A la par de todo eso, nace la idea de poder transformar la hoja de coca en alimento para la familia.
HERNEY RUIZ: A la hoja de coca le estamos dando un valor agregado. La galleta de coca es una alternativa para la familia, para los niños, y contribuye a que esa hoja de coca no se nos vaya para narcotráfico y nos sirva para el alimento, para la vida.
AMY GOODMAN: ¿El gobierno colombiano está ayudando o dificultando esta transformación?
HERNEY RUIZ: Hemos logrado, a través de las organizaciones sociales en el Cauca, tanto indígenas como campesinas… Si bien es cierto, no nos ha dicho ni si, ni no. No nos ha ayudado, porque esa es un propuesta que aparece ahí, pero si es una amenaza. Hoy por ejemplo está el proceso de paz, y dentro del proceso de paz se hicieron foros, las organizaciones sociales y nosotros presentamos, nos invitaron a los foros, y presentamos también nuestras alternativas. La transformación de la hoja de coca, el uso de nuestra hoja de coca, la diversificación del cultivo, o sea, dejar la que necesitamos para alimento, tanto para lo rural como lo urbano, y no aparecen nuestras propuestas allá. Entonces, si hay una amenaza, o sea, si va a haber una amenaza.
Por eso cuando uno habla con los campesinos cocaleros, ¿qué significa la paz para usted? Es muy complejo porque dice, bueno, o sea, dentro de los cinco puntos que se están negociando está la reforma rural y está la política de droga, lo que tiene que ver con los cultivos, y en eso se va a tratar de ayudar al campesino para que salga de ese problema, que hay desconfianza por parte de los campesinos. Pero se plantea la sustitución, o sea quito, desaparezco de Colombia la hoja de coca y vamos a sembrar otro cultivo. Nosotros decimos no. En la diversificación se deja la hoja de coca que necesitamos para alimento, para nuestro uso tradicional, y a medida que la solución va llegando, pues se va mermando. Entonces el gobierno dice no: “Hablamos con ustedes, con los gobiernos locales y hay que erradicarla”. Y nosotros decimos: “No”. O sea, ahí hay una dificultad que se nos viene para nosotros.
JUAN MANUEL SANTOS, PRESIDENTE COLOMBIANO: Aquí nadie está defendiendo ninguna postura, ni la legalización, ni la regulación, ni la guerra a cualquier precio. Lo que queremos, lo que tenemos que hacer, es usar estudios serios y ponderados como el que hoy nos presenta la OEA (Organización de Estados Americanos), para encontrar mejores soluciones.
FELISA MALES: Pero si como dicen, las amenazas que hay. Que para que haya paz, que se acabe la hoja, entonces a nosotros nos va mal. Porque de manera y suerte si hay paz, y que no nos dejen la hoja, entonces cuando haya paz, ¿qué comemos?
AMY GOODMAN: La guerra contra las drogas es un tema muy controversial en Estados Unidos. ¿Qué quiere decirle a la gente de este país sobre los efectos de estas políticas en su comunidad, en Colombia?
HERNEY RUIZ: La guerra contra las drogas afecta en nuestras comunidades Andinas: Bolivia, Colombia, Perú. Afecta porque están trazadas primero a perseguir al eslabón más pequeño, que es el pequeño cultivador de la hoja de coca. Afecta porque no se buscan soluciones con el propio cultivador. Unas condiciones de que mejore la calidad de vida, de que se respete el territorio, las organizaciones sociales que se tiene en esta zona, ¿no? Entonces, qué sería importante: que si esos recursos desde que inicia el plan Colombia o desde que inicia las políticas antidrogas se hubieran trabajado en hacer acciones, en apoyar a las comunidades, hoy no tendríamos ese problema. Y por eso muchos de los campesinos o intelectuales en Colombia dicen: “La política de drogas fracasó”. Y fracasó porque no se ha podido controlar el cultivo, entonces cómo se controla: mejorando las calidades de vida de nuestro campesinado andino o colombiano, y generando estrategias de vida en la comunidad que le permitan tener educación, que le permitan tener salud, que le permitan tener vivienda digna, que le permitan tener tierra y que pueda sembrar lo que se come y comer lo que se siembra. Trazar políticas que permitan generar la vida en esos pueblos, aún con la hoja de coca, transformarla de una forma natural, también para el mundo. Entonces podrían ser temas interesantes si se trabajaran con las mismas comunidades afectadas directamente por el problema. Y que esos recursos llegaran directamente a nuestras comunidades y que conjuntamente se pudieran trazar planes a mediano, corto y largo plazo que permitan salir de las condiciones de vida duras del campesino o del cultivador de coca y avanzar en esa guerra.
Yo pienso que si hacemos eso, solucionamos muchas de las partes del problema, y lo otro… pues también, ¿cómo se controla el consumo?. O sea, a veces nosotros en Colombia decimos: “¿Europa y Estados Unidos están haciendo algo para prevenir el consumo? O sea, ¿cómo está eso?, uno dice: “Pues no”. Entonces, si eso no se hace, cada día el mundo va a necesitar estas drogas y siempre que haya la demanda va a estar la oferta ahí, y el campesinado no tiene… o sea, no es un capricho que no entienda, que no quiere salir del cultivo de la hoja de coca para el narcotráfico, sino que no nos dan otra opción.