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El Senado de la República era el templo de la inteligencia y de la sabiduría jurídica no pueden convertir el Senado en el refugio de unos vagos e irresponsables, que quieren irrespetar el templo de la democracia colombiana.

Por fin hubo un estadista colombiano, de gran experiencia y conocimiento jurídico, como Juan Camilo Restrepo Salazar, que le advirtió al país del grave peligro que están representando las improvisaciones de este gobierno con el nombramiento de unos altos funcionarios, que no tienen experiencia en los altos cargos de la rama ejecutiva y en los cargos de representación popular, para abrirle un boquete a la Constitución Nacional, reduciendo a dieciocho años la edad de las personas que pueden ser elegidos al senado y la cámara de representantes.
Entre los requisitos de la antigua constitución nacional se exigía que los aspirantes al Congreso de la República deberían acreditar experiencia en los concejos municipales y en las asambleas departamentales.
Eran como una especie de peldaños en la carrera política de los futuros líderes de la nación. Siempre el Senado de la República fue el escenario de la gran sabiduría en el conocimiento jurídico y legislativo, suficiente para imprimirle majestad a ese templo de la democracia, donde dejaron huella personajes que hacen parte de la historia de Colombia.
Es más, los senadores eran elegidos por los representantes a la cámara como una segunda instancia para el trámite legislativo.
Ahora, un poco de muchachos improvisados, cuyos méritos electorales pasan por haber tirado piedra contra la fuerza pública; por haber atacado y destruido monumentos que rendían culto a nuestros colonizadores españoles y a los héroes de la independencia nacional; quieren convertir en una plaza de mercado el Honorable Senado de la República, porque hicieron las prácticas electorales conformando grupos vandálicos y organizaciones terroristas en las calles de Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga.
Ni tanto que queme al santo, ni poco que no lo alumbre , habrían dicho los grandes genios de la política colombiana como el maestro Darío Echandía, como los expresidentes Alberto Lleras Camargo, Guillermo León Valencia, Carlos Lleras Restrepo y Misael Pastrana Borrero, que le imprimieron majestad al ejercicio del poder.
El Senado de la República era el templo de la inteligencia y de la sabiduría jurídica. Abrirle un boquete a la Constitución Nacional para que unos chuecos callejeros, con cara de chusmeros y terroristas, puedan tener la osadía de remplazar a los verdaderos Padres de la Patria , es una estupidez.
Para aspirar al senado de la república debería existir una serie de requisitos, entre ellos acreditar el título de profesional universitario; debería existir la condición de que antes de llegar a la máxima cúpula de la carrera legislativa, se hayan desempeñado, por lo menos, como concejales.
Da grima que, en el actual Congreso de la República, con ciento ocho (108) senadores y ciento ochenta y siete (187) representantes a la cámara, solamente cuarenta (40) legisladores tienen formación universitaria.
Algunas de las comisiones legislativas de orden constitucional, como la Comisión de Acusaciones, debería estar conformada por parlamentarios con rango de magistrados. Porque tienen entre sus funciones, la misión de investigar la conducta de los altos funcionarios de la nación, como el presidente de la república y sus ministros, como los embajadores y magistrados de las altas cortes; como a los fiscales, contralores y procuradores del orden nacional.
Las mayorías irresponsables que se conformaron para esta legislatura en el Congreso de la República, en los llamados Movimientos alternativos no pueden convertir el Senado en el refugio de unos vagos e irresponsables, que quieren irrespetar el templo de la democracia colombiana.