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Federico Gutierrez no perdio solo Perdieron igualmente los integrantes del montón de los “ismos”

Federico Gutiérrez no perdió solo, perdieron con 900 mil votos de diferencia las mafias políticas corruptas y las cúpulas de los partidos políticos tradicionales como el Liberal, Conservador, y Cambio Radical, por completo y de manera aplastante el Centro Democrático y Álvaro Uribe Vélez (hay que individualizarlo así forme parte del anterior grupo).

Perdieron igualmente los integrantes del montón de los “ismos”: el uribismo (difícil no ponerlo de primero), el pastranismo, el charismo, el gavirismo, el vargallerismo.

Derrotadas igualmente las firmas encuestadoras (hoy más desacreditadas que nunca) y junto a ellas perdieron las estructuras políticas mercantilistas que, al servicio de sus candidatos, acababan por completo con la oferta de buses especiales con el objetivo de movilizar al votante previamente comprado, perdieron ellos y también su plata.

Vencidas todas las bodegas que quisieron hacernos creer que se habían adueñado de la moral pública, recurriendo al humor aparentemente inofensivo en favor de su candidato mientras de manera soterrada atacaban con crueldad y sevicia a los otros candidatos.

Perdieron los activistas políticos recalcitrantes y venenosos de las redes sociales
 y a su lado también están los estrategas especializados en márquetin político, esos tradicionalistas de la imagen que se empeñaron en perpetuar el paradigma de elector vigente hace 20 años, característico por acudir a las urnas para descargar el miedo acumulado después de una lluvia corrosiva de odio.

En seguida están las clásicas estructuras encargadas del manejo de imagen, las que le hacen creer al candidato que firmaba sus mesadas que adonde fueran tenían que lucir la camiseta del equipo local, o ataviarse con las prendas características de la región, para luego salir a una tarima a protagonizar la foto de la plaza más llena.

Perdieron los periodistas que muy convenientemente olvidaron su pacto con la verdad y la información, los mismos que convirtieron sus teclados, los micrófonos y las páginas de sus medios de comunicación en catapultas de veneno y mezquindad en el grado de pureza más excelso.

Perdieron (y valga la redundancia) los que perdieron amigos o se distanciaron de familiares tras un enfrentamiento político mal manejado.

Federico Gutiérrez no perdió solo, perdió su modelo político (que claramente no era exclusivamente suyo), el mismo que incrustó en la ciudadanía políticamente activa una exclusiva forma de actuar, pensar, hablar y sentir.

En este punto el lector esperará que el autor de esta nota diga quién ganó; lejos de nombrar a alguno de los que ahora pasan a segunda vuelta, puedo afirmar con total claridad que, más que uno u otro candidato, ganó Colombia y en este grupo de ganadores se incluye bien a quienes votaron por Federico Gutiérrez, pero ojo, mucho ojo, para hacerse acreedores al premio solo deben cumplir una condición: no formar parte de alguna de las categorías anteriormente descritas.  

¡Que sí perdieron!, insistirán unos. No señor. Los votantes de Fico también pueden ganar porque están moralmente obligados a escoger entre dos opciones antagónicamente opuestas entre sí, y antagónicamente opuestas a la opción que quedó por fuera; ese ejercicio implica el esfuerzo de ver la realidad del país con una óptica más íntima, menos manoseada por el politiquero mafioso y sus estructuras proselitistas.

Entonces, para ellos, aún hay cupo y tiempo en la victoria.

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