Hizbulá ha confirmado este sábado la muerte de su líder, Hasan Nasrala, tal como había dado a conocer a primera hora de la mañana Israel. “Hasan Nasrala, el líder del grupo terrorista Hizbulá y uno de sus fundadores, fue eliminado por las Fuerzas de Defensa de Israel junto a Ali Karki, el comandante del frente sur de Hizbulá y otros comandantes de Hizbulá”, anunció el ejército israelí un día después del masivo ataque de los cazas F-15i contra el búnker de la milicia chií en el distrito de Dahiya, en los suburbios del sur de Beirut.
Ante el prolongado silencio oficial de Hizbulá sobre el estado de su líder en los últimos 32 años, las declaraciones de una fuente cercana al grupo proiraní sobre la “pérdida de contacto con Nasrala desde la noche del viernes” y la convocatoria de una reunión de emergencia del liderazgo en Irán, Israel confirmó que uno de sus enemigos más poderosos, temidos y conocidos en las últimas décadas no pudo sobrevivir a las 83 bombas de una tonelada cada una que destrozaron su cuartel general situado, según lsrael, bajo varios edificios residenciales.
“El ataque se llevó a cabo mientras la alta cadena de mando de Hizbulá operaba desde la sede y desarrollaba actividades terroristas contra los ciudadanos de Israel”, reza el comunicado militar sobre el “architerrorista” que, entre otros puntos en el texto, “inició, planeó y ejecutó miles de ataques terroristas contra los ciudadanos de Israel y judíos en todo el mundo”. “Hasan Nasrala ya no podrá aterrorizar al mundo”, añadió el ejército que mantiene la máxima alerta ante una contundente represalia más allá del centenar de proyectiles y misiles disparados desde anoche.
Tras volver de Nueva York donde realizó un discurso en la ONU el que arremetió contra Irán, Hamas y Hizbulá, el primer ministro Benjamin Netanyahu afirmó que su país “saldó cuentas con quien fue responsable del asesinato de innumerables israelíes y de muchos ciudadanos de otros países, incluyendo cuentos de estadounidenses y docenas de franceses. Nasrala no era un terrorista más sino el terrorista”. Según él, acabar con Nasralá “es una condición necesaria para lograr los objetivos que nos marcamos: devolver los residentes del norte a sus casas y cambiar el equilibrio de fuerzas en la zona durante años”.
Su muerte se produjo en el ataque que, según el Ministerio de Sanidad libanés, causó al menos 6 muertos y 91 heridos, se trataría de “un terremoto” en la región dado su papel tanto en Líbano, donde nació hace 64 años, como en la instrucción y cooperación con otras milicias como Hamas en Gaza y los hutíes en Yemen. A nivel inmediato, tendrá consecuencias en la actual escalada entre Israel y Hizbulá. A nivel histórico, constituye un punto de inflexión en la guerra entre Israel y el eje liderado por Irán.
“Nasrala era la segunda figura más importante del eje de Irán solo por detrás del líder iraní Ali Jamenei. Se trata de un golpe durísimo para Hizbulá que se suma a otros en los últimos diez días”, afirma el ex jefe de Inteligencia militar israelí, Amos Yadlin, en alusión a la eliminación de la cúpula e infraestructuras del grupo libanés en su momento más crítico desde su creación en 1982.
A primera hora de la tarde de este sábado, sonaron las sirenas en Tel Aviv y alrededores. Pero el origen no fue Líbano, sino que el escudo defensivo israelí interceptó un misil balístico disparado desde Yemen por los hutíes, que también tenían a Nasrala como aliado y referente.
Nasrala presumía de conocer perfectamente la sociedad israelí y disfrutaba del hecho que sus discursos eran seguidos con mucha atención por su gran enemigo. Pero el veterano dirigente no creyó que Israel iba a cruzar esta línea roja en su peor enfrentamiento desde la guerra del 2006. Ni siquiera en las últimas dos semanas cuando decidió cambiar radicalmente de estrategia y escalar el duelo ante la milicia para garantizar la vuelta de los más de 60.000 habitantes del norte de Israel evacuados por los ataques desde Líbano en el último año y poner fin a la guerra de desgaste iniciada por Hizbulá el pasado 8 de octubre en apoyo de Hamas al día siguiente del ataque yihadista que desató la masiva ofensiva en la Franja de Gaza.
Tras las explosiones contra los buscapersonas y walkie talkies de efectivos de Hizbulá, la muerte de los cabecillas de la Fuerza Radwan y los bombardeos más extensos desde la guerra del 2006, las autoridades israelíes creyeron que Nasrala cesaría el frente abierto desvinculándose de Gaza. “Los colonos no volverán a sus casas hasta que Israel no cese su agresión a Gaza”, avisó Nasrala que realizó su último discurso desde el búnker el pasado 19 de septiembre lo que elevó la intensidad del fuego y declaraciones del liderazgo israelí.
“Si Hizbulá no entendió el mensaje, le prometo que lo entenderá”, había advertido el primer ministro Benjamín Netanyahu mientras el ejército por un lado advirtió que la Fuerza Aérea “está lejos de usar todos sus recursos” y por otro movilizó soldados reservistas y filmó maniobras para una posible operación terrestre en sur del Líbano.