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La Realidad del «PARO» es que es Mezcla Diabólica de Líderes Sindicales con Desempleados, Estudiantes Revoltosos y de muy poco Rendimiento Académico

Los organizadores del paro nacional indefinido, esa mezcla diabólica de líderes sindicales con desempleados, estudiantes revoltosos y de muy poco rendimiento académico, que han recibido gruesas sumas de dinero del narcotráfico dentro de una conjura internacional contra Colombia para infiltrar las protestas callejeras contra el gobierno del presidente Iván Duque Márquez, han asumido una ACTITUD SUICIDA, porque estamos al frente de una pandemia que destruye a la humanidad y que ha provocado la muerte de noventa mil (90.000) colombianos en medio de la vorágine del covid-19, que está dejando tristeza, desolación y muerte.
Están locos como pirómanos, incendiando el país, atacando a la fuerza pública, destruyendo la riqueza nacional, creando una situación de miseria y anarquía, multiplicando los niveles de contagio con la peste asiática, en aglomeraciones callejeras donde se dispararon las estadísticas sobre mortalidad. Muchos ciudadanos han perdido la última batalla de su vida en una sala de cuidados intensivos, donde el estado colombiano ha tenido que invertir grandes sumas de dinero para la dotación de clínicas y hospitales del país.
Primero fue la discusión de una reforma tributaria, absurda, inoportuna e ineficaz, que el ex ministro de hacienda Alberto Carrasquilla Barrera presentó a consideración del Congreso de la República, como una bomba de tiempo que estalló, cuando el señor Presidente Iván Duque lidiaba con la pandemia del covid-19, que ha provocado el desastre de las finanzas públicas. Nunca se propuso un recorte de los altos y desafiantes sueldos de los altos funcionarios del gobierno nacional, porque los correveidiles del gobierno nacional creyeron que la gente estaba distraída en las cifras estadísticas de la tragedia sanitaria mundial.
El gobierno tuvo que retirar la reforma tributaria, pensando en eliminar los orígenes de las protestas, que se producían de manera concomitante con la iniciación del paro nacional indefinido. La misma o peor suerte tuvo que afrontar la reforma de la salud, que pretendía limitar y privatizar el uso de los servicios hospitalarios y de salud, creando nuevas condiciones para las licencias por enfermedad y para los tratamientos quirúrgicos que tienen que ver con las cirugías plásticas. Íbamos al parecer para la privatización de la red pública hospitalaria. Los más empecinados enemigos del gobierno de Iván Duque se expresaron en las redes sociales y en las cámaras legislativas pidiendo la cabeza del primer mandatario de la nación.
Los jefes guerrilleros que tienen asiento en el Capitolio Nacional de Colombia, como congresistas en el altar de la patria, con sus manos manchadas de sangre por asesinatos y secuestros, así como los dirigentes del sindicato comunista de FECODE, consideraron oportuno el momento para impulsar la protesta, encontrando en los sindicatos de la Central Unitaria de Trabajadores los aliados de ocasión y los idiotas útiles que cuentan con escoltas de la Unidad Nacional de Protección para sus vidas y con fuertes asignaciones económicas provenientes de las cuotas sindicales que les quitan a los ingenuos educadores afiliados a su organización.
El país atraviesa momentos de confusión y de caos. Los empresarios están sacando su dinero de Colombia hacia los Estados Unidos y Canadá, a través de los bancos que están monetizando sus capitales en dólares, para irse definitivamente hacia otros lugares del mundo. El desconcierto de la policía nacional por los procesos penales que les han abierto, mientras a los terroristas que ellos capturan para que respondan por los daños que le han hecho a la infraestructura del país, siguen en la calle haciendo alarma der su poder de confrontación, es demasiado grave para una institución compuesta por hombres y mujeres extraídas de los sectores populares.
Una guerra absurda entre hijos de una misma nación y de un mismo pueblo, donde la locura colectiva está conduciendo a la pérdida de confianza de los colombianos en su propio país. 

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