Generalmente, le pagan poco. Lo sabemos. Pero no por eso vemos tantos errores en las redes sociales. La ligereza y el afán también son atenuantes. La salida fácil para justificar equivocaciones es echarles la culpa al mal pago y su mala formación, aunque quizá lo más conveniente sea reconocer que todos los que estamos allí publicando cosas hemos pecado.
Hace algunos meses, Francisco Santos escribió en Twitter: “El ciclón bananero a un paso de regresar a la A. Carlos Vives debe estar que no se lo cree. Y su dueño en la cárcel. ¡Quién entiende!”. A este mensaje, el CM del equipo Unión Magdalena le respondió: “Gracias por tu opinión. Sapo HP!”.
Los errores se pueden borrar pero se recuerdan. Lo peor es que muchos no son ni siquiera capaces de ofrecer disculpas.
Hay fallas de fallas. Álvaro Uribe compartió en su Twitter un fotomontaje en un periódico internacional sobre los acuerdos de paz que descubrió su fragilidad de criterio. El titular decía “Ganó el terrorismo en Colombia”, pero en realidad en ese momento lo que triunfó fue el desconocimiento (si no la mala fe).
Ahora, toca volver a mencionar al expresidente (qué pereza) porque se excedió nuevamente. El 29 de marzo, Uribe escribió un tuit contra el colega de El Espectador, Yohir Akerman, por su reciente columna. “JohirAkerman, desteñido militante del ELN que busca notoriedad con la honra de los míos y la personal”, escribió Uribe.
Lo importante aquí es subrayar lo que dijo sobre el caso la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip): “Afirmaciones de Uribe en Twitter ponen en peligro a los periodistas”. Es cierto. Aunque tiene todo el derecho de defenderse, afirmaciones como las de Uribe amedrantan a otros medios y periodistas a la hora de hacer denuncias.
Cualquier cosa que fomente la violencia por parte de una figura pública o de un CM debe contenerse. En redes, la explosión de ira es constante. Los errores no se perdonan. Vicky Dávila confundió alguna vez a Teófilo Gutiérrez con la columna Teófilo Forero de las FARC y casi la acaban a punta de comentarios y mofas digitales.
Estas fallas son al final de cuentas golpes a la credibilidad. Por eso, quienes manejan cuentas de redes sociales deben contar con conocimientos (no básicos) de comunicación, debe ser gente capaz de reaccionar con rapidez, inteligente en la escritura y con talento para navegar en la información que surge día a día. Es innegable que hay tantos CM como periodistas malos y menospreciados.
Todos hemos caído en errores involuntarios y por eso hay posibilidad de enmienda. Muchas fallas son nuestras, repito, pero igualmente de los usuarios, que también deben reportar los abusos y errores de otros de la misma forma que se debe responder, es decir, oportuna y educadamente.
Comentar y criticar sin insultar y pensar antes de escribir es imprescindible. Promover el diálogo constructivo, más que atender monólogos triviales, es más que necesario.
Un caso personal
Daniel Amaya (@danipraa) me escribió alguna vez en Twitter “Métete ese comunicado culo arriba”, luego de leer algo que había publicado sobre loshinchas ‘nini’ y los desmanes de las barras bravas en Colombia. Otros desocupados me enviaron hasta fotomontajes en los que ponían penes en lugar de mi cara. Basta con la foto que uno pone de perfil para exponerse a la cloaca virtual.
“Internet está lleno de infelices que insultan a cualquiera”, dijo el rockstar Andrés Calamaro. En mi caso, no contestó insultos y tampoco caigo en el facilismo del bloqueo ante lo que no me gusta. Entrar al vaivén de la grosería es una pérdida de tiempo. Y ponerse en papel de educador, al recomendar o exigir comentarios respetuosos, es una quimera ante el océano de injurias, calumnias y groserías que se ven a diario en redes sociales.
Esta desdicha es, sin embargo, el pago que debemos soportar los periodistas con tal de promover la sana participación en torno a un tema. A pesar de todo, esta libertad de expresión hay que defenderla.
Ñapas
Napa 1. 10 community manager que fueron más allá de la llamada del deber (la historia de Google Maps es conmovedora).
Ñapa 2. Esta columna que publiqué en Kienyke: Los falsos positivos de Internet.
Ñapa 3. Anécdota El Tiempo, de Wilson Vega, jefe del equipo de redes sociales: “Estos estudiantes del colegio República de Guatemala llegaron esta tarde a mi puesto. Los trajo Gabriel Meluk (editor de Deportes) y les dijo: “Es en serio, a este señor le pagan por estar todo el día en Facebook“.
Por: Javier Borda Díaz