El nicho de la sociedad fuera de la ley en este mundo contemporáneo y en nuestra área metropolitana, es la de los microtraficantes, cada día crece y se hace impenetrable para su desvertebramiento, lucrativo negocio de estupefacientes y drogas sintéticas que están destruyendo la juventud y también la niñez, sin que las autoridades sean contundentes en la lucha para extirpar el podrido tumor que tanto daño le están haciendo a las familias pobres y emergentes. Si la guerra ha dejado desolación, el negocio de las sustancias psicotrópicas es peor, porque es la degeneración de la raza humana.
Se tienen que dar noticias como la acaecida en Bogotá, cuando la fuerza pública entró a las entrañas del Bronx, pera despertar del letargo ante la degradación social. Un infierno en las entrañas de la ciudad que expele el olor y la fetidez del humo (de marihuana, crack, bazuco) que sale, hoy legalizada por una Ley, la yerba del hagamos el amor y no la guerra de los años 60 y 70 por los hippies.
El país con el correr del tiempo va a tener problemas por la famosa dosis personal del cannabis, camuflada en su aspecto terapéutico para las personas con altas dolencias de un estado indolente de los desarraigados del sistema social, hoy llamados los habitantes de calle.
Los grandes “sabiondos de la política” y quienes aprobaron la Ley, tienen claro sobre los efectos de estas sustancias? Me atrevo a opinar que no. Porque esta yerba como las demás poseen una acción directa al Sistema Nervioso Central: los cambios sustanciales en la actitud mental, moral y física de las personas que consumen, así mismo generan daños irreversibles a la salud individual, pública y social. Estas sustancias han venido por años siendo estudiadas, controladas y fiscalizadas por múltiples organizaciones a nivel mundial entre ella la ONU.
Sin tantos preámbulos sociológicamente va de la mano esta problemática con el delito, en un estudio llamado delictogénesis, según una triple tipología: delincuencia inducida a delitos cometidos bajo el efecto de la drogas. Delincuencia, conducta encaminada a financiar su propia dependencia y por último el microtráfico, distribución y abuso de las drogas de quienes son los distribuidores o jíbaros.
En el área Popayan, los gobiernos municipales y la policía se han quedado muy cortos en combatir este flagelo que día a día crece, por la demanda del consumo de estupefacientes y sobretodo de acabar con las llamadas ollas.
Para mostrar un ejemplo, en el sector sur de Popayan incide el problema, según consultados los residentes de estas, quienes siguen siendo afectados por estos sitios de expendio. Donde ellos mismos dicen que la misma Policía, supuestamente es cómplice en este microtráfico.
Otra ciudad que vive la misma plaga, es Timbio. Allí también por años existe el expendio de drogas psicotrópicas: Las fenetilaminas, estimulantes con efectos alucinógenos. Los éxtasis o MDMA, utilizadas en conciertos musicales, clubes nocturnos y discotecas.
Las Triptaminas sustancias sintética que produce alucinaciones junto con las Piperazinas, las pastillas de fiestas, junto al expendio de bazuco, cocaína y marihuana en una cadena de distribución por niños y jovencitas, conllevando en contra de la salud pública.
Todo este mercado ilícito, en su mayoría los que delinquen son drogodependientes para cometer algún tipo de actividad delictivo, conllevando a que en los mismos centros penitenciarios existe el consumo.
Los gobiernos municipales, con sus Planes de Desarrollo aprobados, deben tener en cuenta esta Línea o proyecto estratégico para combatir, la comercialización y disminuir el consumo y expendio de estupefacientes, ya hace carrera en los niños