La aplicación Whatsapp se ha convertido en el año 2015 en la herramienta social a la que más tiempo dedicamos. A través de ella interaccionamos con nuestros amigos, familiares, muchas veces con los compañeros de trabajo y hasta con el jefe. El fenómeno de los grupos de Whatsapp supone toda una revolución en la forma de concebir las relaciones sociales. Sustituyen de forma virtual a otras interacciones que se realizaban en espacios concretos, como el bar, el parque o el mercado; ya da igual que los que conforman el grupo no residan en la misma localidad o incluso en el mismo país.
Los grupos de Whatsapp ayudan a mantener viva las relaciones sociales a pesar de la distancia y generan una alternativa a la dinámica tradicional, respetando los tiempos y rutinas de sus miembros, que responden cuando quieren y lo pueden hacer con mensajes escritos, de sonido, fotografías y vídeos. Todo un despliegue de medios que sirven para enriquecer las interacciones y que han reforzado esta aplicación como una de las que debes tener si o si en tu Smartphone.
Pero no todo es positivo. Los grupos de Whatsapp también contienen los elementos más trasnochados de las relaciones cotidianas trasladadas a una aplicación. Hablamos de los machos o hembras alfas, que han pasado de partir el bacalao en los encuentros de amigos, a convertirse en administradores de estos grupos. Antes podían expresar con más fuerza que nadie que el panoli de turno debía dejar el grupo; ahora basta con mover el dedo y “expulsar” al usuario, que en cuestión de segundos quedará en el más espeso de los silencios y la ignorancia social.
Así que regla número uno de los grupos de Whatsapp si no quieres ser “amortizado” en el momento más inesperado; no cabrees al administrador o administradora. Tu libertad de expresión acaba donde a ese nuevo Dios de las aplicaciones le pica.
Debemos ser más conscientes que nunca que los grupos de Whatsapp han sustituido gran parte de nuestra vida social y que si antes un grupo no nos gustaba, bastaba con una escusa barata para no presentarnos. Pero ahora estarás condenado a permanecer en esos grupos para los restos, a menos que consigas sacar de sus casillas con tus comentarios al administrador. Es quién tiene la llave para ahorrarte el suplicio de seguir allí si no quieres quedar tu como un antisocial eliminando ese grupo. La única fórmula no es volver loco al personal o no participar; para que desaparezca un grupo sin quedar como un antisocial provoca al administrador.
El problema llega cuando el grupo del que te acaban de echar es tu preferido. En ese momento asume que has sido repudiado y que no te quieren. Pasarás por varias fases; la primera de indignación durará los diez minutos que tardabas en revisar el móvil a ver si había nuevos mensajes. La segunda fase te hará preguntarte por qué a ti te han echado y a los miembros maceta del grupo no; si tu comprensión lectora es aceptable lo habrás entendido con este artículo. En una tercera fase te avergonzarás de cara al qué dirán; a ver como explicas que te han echado de un grupo. ¿Cómo justificar qué te han repudiado a ti y a nadie más? La cuarta fase no tiene una base sólida científica; hay gente que se abandona a escuchar Camela y otros deciden seguir viendo el Deluxe mientras lo comentan con el gato.
Contra el repudio social y por la libertad de expresión
