A partir del 9 de abril de 2025, entrará en vigor una nueva política comercial del Gobierno de Estados Unidos que impondrá un arancel del 54% a todas las mercancías procedentes de China. Esta medida, impulsada por el expresidente Donald Trump, busca promover la fabricación nacional de productos de alta tecnología, pero plantea serios desafíos para empresas como Apple, que dependen fuertemente de la cadena de suministro asiática.
Uno de los casos más representativos es el del iPhone, el producto estrella de Apple, cuyo modelo más reciente es el iPhone 16. Según la firma TechInsights, el costo actual de producción de un iPhone 16 Pro de 256 GB ronda los 580 dólares, incluyendo componentes, ensamblaje y pruebas. Sin embargo, con los nuevos aranceles, ese costo podría dispararse hasta los 850 dólares, lo que afectaría significativamente el margen de beneficio si la empresa no traslada el aumento al precio final para el consumidor.
Además del impacto arancelario, trasladar la producción a Estados Unidos implicaría asumir costos laborales considerablemente más altos. Mientras que ensamblar un teléfono en China cuesta cerca de 30 dólares en mano de obra, hacerlo en Estados Unidos podría costar hasta 300 dólares por unidad. Según el analista Wayne Lam, fabricar un iPhone completamente en EE. UU. no solo es inviable económicamente, sino que podría triplicar su precio en el mercado.
Incluso si Apple optara por producir sus dispositivos en territorio estadounidense, seguiría enfrentando impuestos sobre las piezas importadas, como pantallas, memorias y cámaras, cuya fabricación local elevaría aún más los costos. Por ello, expertos aconsejan a los consumidores conservar sus dispositivos actuales ante la incertidumbre en los precios de la tecnología en los próximos meses.
Frente a este panorama, Apple ha comenzado a trasladar parte de su producción hacia India, país que actualmente enfrenta un arancel del 26% para sus exportaciones a EE. UU., lo que lo convierte en una alternativa más rentable frente a los nuevos gravámenes. Según The Wall Street Journal, se estima que en 2025 Apple producirá unos 25 millones de iPhones en India, de los cuales 10 millones se destinarán al mercado local y el resto podría abastecer la demanda estadounidense.
No obstante, esta estrategia aún no resuelve del todo el dilema logístico y comercial. La cadena de suministro de Apple continúa estando fuertemente anclada a China, lo que dificulta la toma de decisiones estratégicas a largo plazo. A pesar de que en el pasado el CEO Tim Cook logró exenciones durante la primera administración de Trump, la coyuntura actual impide contar con garantías similares.
El impacto bursátil no se ha hecho esperar: tras el anuncio de los aranceles, las acciones de Apple han caído un 19% en tan solo tres días, marcando su peor desempeño en casi 25 años.
Hasta el momento, Apple no ha emitido declaraciones oficiales sobre posibles ajustes en los precios de sus dispositivos o sobre un eventual traslado total de su producción. Lo cierto es que la disputa comercial entre EE. UU. y China vuelve a poner en jaque a la industria tecnológica global, en un contexto donde consumidores y empresas buscan adaptarse a nuevas reglas de juego.