Colombia es un país que sigue dividido desde la época de la independencia nacional y que ha padecido las consecuencias de las guerras civiles, de los conflictos sociales, del sectarismo político y de la corrupción administrativa, especialmente ahora cuando el turbión de las dictaduras comunistas se ha extendido a todo el continente americano, abriéndole las compuertas al populismo de aventura y destruyendo los partidos políticos que fueron las catedrales de la democracia.
El discurso pronunciado por el presidente saliente de Colombia, Iván Duque Márquez, ofrece la radiografía de una gran administración que tuvo que afrontar los problemas apocalípticos derivados de la pandemia del coronavirus; la guerra de guerrillas de las disidencias de las FARC y del autodenominado ‘Ejército de Liberación Nacional’; la formación de cuadrillas armadas emergentes financiadas por el narcotráfico y las amenazas de las dictaduras de Venezuela y Nicaragua, que pretenden como Rusia, extender sus dominios más allá de sus fronteras históricas en el mar Caribe y en los antiguos territorios de la Amazonía colombiana.
La vocinglería desatada ayer en el hemiciclo del Capitolio Nacional, donde guerrilleros amnistiados pretendieron sabotear la intervención del presidente Duque, cuando cumplía la misión constitucional de instalar las sesiones parlamentarias de Senado y Cámara de Representantes, ofrece una radiografía de lo que puede ocurrir con la plataforma legislativa que quieren imponer a la brava los profetas del desastre, en cabeza de los senadores Iván Cepeda Castro, de reconocida matricula comunista y Carlos Antonio Lozada, alias ‘Julián Gallo’, que ha venido disfrutando los beneficios del generoso proceso de paz, que el gobierno saliente ha sostenido, porque no parece ético que Lozada, coautor intelectual del asesinato del caudillo conservador Álvaro Gómez Hurtado, sea la persona indicaba para referirse al balance de obr4asw y programas de la saliente administración.
El presidente Iván Duque rindió el informe a la nación sobre el manejo de la economía colombiana en tiempos de la pandemia del coronavirus, que estremeció a Colombia desde marzo del año 2019 hasta diciembre del año pasado. Fueron treinta (30) meses de aislamiento del pueblo colombiano y de angustia por la cantidad de muertos que dejó la peste en diferentes regiones del país y del continente americano, donde el gobierno libró la batalla y modernizó la red pública hospitalaria, además de hacer uso de la vacuna para inmunizar a millones de personas.
Los problemas económicos derivados de la pandemia obligaron al gobierno del presidente Duque, junto con el ministro de salud y el ministro de hacienda a importar los medicamentos que salvaron vidas y para crear subsidios destinados a millones de familias pobres que tuvieron que aislarse para evitar la expansión de la peste asiática. Duque demostró, durante la rendición de cuentas ante el nuevo Congreso de la República, que su gobierno manejó con pericia y destreza los problemas de millones de migrantes venezolanos que llegaron al país huyéndole al régimen de la dictadura de Nicolás Maduro, de los cuales un millón doscientos mil fueron acogidos en nuestro país, con un estatus de residencia por diez años, mientras se restablece la democracia en el vecino país.
Duque se quedará en Colombia para seguir ofreciéndole soluciones al pueblo colombiano y seguramente asumirá la dirección del Partido Centro Democrático, que manejará los resortes de una oposición civilizada contra el gobierno pro-comunista de Gustavo Petro.
El país necesita de la inteligencia y talento del presidente saliente Iván Duque Márquez, ante la ausencia de líderes políticos que quieran hacerles oposición a los nuevos amos del poder, que en el pasado fueron guerrilleros y terroristas y que ahora son ‘Padres de la Patria’.