Cuesta creer que un país como Colombia que goza de todos los pisos térmicos y una gran variedad de productos alimenticios, esté en la lista de la FAO, como único país suramericano, que revela los puntos críticos donde, de febrero a mayo de 2022, faltará comida.
Esas proyecciones realizadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación, FAO, se basan en tres elementos principales que incidirán en que por lo menos siete millones y medio de colombianos sufran de hambruna dentro de los próximos cuatro meses: la violencia, la pandemia y el aumento desmesurado de los precios.
Asistimos a un escenario en donde ni el ministro de Agricultura, Rodolfo Zea, estaba enterado de que la ONU realizaba indagaciones para su informe y que Colombia apareciera como el único suramericano en la lista con naciones como Etiopía, Nigeria y Sudán del Sur.
El panorama de Colombia está bastante nublado porque a las más de un millón ochocientas mil personas que sólo consumen dos comidas al día, se suma ahora esa población que perdió sus ingresos por causa de la pandemia y que no ha podido estabilizarse en un empleo constante y han engrosado las filas de la informalidad o de la mendicidad.
Ahora, con el aviso encima y con el campo lleno de cultivos, el reto es para el Ministerio de Agricultura que es la entidad que debe iniciar un programa de acopio de comida para garantizarle a la po0blación más golpeada por la pobreza, su sustento diario para que no se hagan realidad los vaticinios lóbregos de la FAO.
Esperamos que el ministro no salga a los mercados a buscar los alimentos. Debe iniciar los procesos en las parcelas, en el campo, con los agricultores, ganaderos, productores y enlazar la cadena alimentaria, de tal forma, para que puedan llegar a los hogares de los colombianos.
Otro de los factores fuertes de ese informe es que resalta que el empleo en Colombia está estancado y que millones de hogares dejaron de percibir ingresos seguros desde el mismo momento en que se decretó la cuarentena, a eso se le suma el aumento de precios y la disminución del poder adquisitivo del peso, que cada día se devalúa más.
Colombia debe ponerle atención a este informe porque en el Gobierno central las reacciones al mismo son de sorpresa. Desde el Estado se deben activar, desde ya, todos los mecanismos para que la comida llegue a todos los hogares, que se consuma y no se despilfarre como se indicó en diciembre del año anterior, cuando se señaló que la tercera parte de la comida se desperdicia en este país.
Al ser Colombia un país en el cual se producen todas las variedades de alimentos, frutas y hortalizas, existen regiones como El Chocó y la Guajira en donde los niños fallecen por desnutrición y no hay programas estatales que ataquen las causas por las cuales hay hambruna en esas regiones y tampoco políticas de atención nutricional.
Atacar de raíz la violencia y desterrarla del territorio nacional, establecer medidas certeras para impedir la escalada en los precios de los alimentos, son tareas inmediatas del Gobierno para que la comida pueda salir de los territorios y llegar a los hogares y que los especuladores e intermediarios, que encarecen los productos, tengan drásticas sanciones por ser parte de los motivos que causan la hambruna.