La caficultura colombiana, columna vertebral de nuestra economía rural, está experimentando una transformación silenciosa pero profunda, y en el departamento del Cauca, las mujeres están al frente de esta revolución. La noticia sobre cinco organizaciones de mujeres de Buenos Aires y Caldono que están fortaleciendo sus capacidades productivas, de gestión y de comercialización no es solo una buena práctica; es un modelo de desarrollo rural con enfoque de género que merece ser replicado.
La Semilla del Liderazgo
Durante décadas, la labor de las mujeres en el campo se ha centrado principalmente en el sostenimiento de la familia, con una participación a menudo invisibilizada en la toma de decisiones y en la comercialización final del producto. Sin embargo, el café es mucho más que un cultivo: es un espacio de poder.
El proceso de formación y acompañamiento que reciben estas productoras es la clave. No se trata solo de mejorar las técnicas de cultivo o postcosecha . La verdadera transformación radica en dotarlas de herramientas de gestión empresarial, contabilidad y negociación comercial. Al comprender y manejar toda la cadena de valor, desde el grano hasta la taza, estas mujeres transitan de ser simples productoras a convertirse en agroempresarias. Este empoderamiento económico se traduce directamente en un mayor liderazgo dentro de sus familias, sus organizaciones y sus comunidades.
De la Finca al Mercado Global
El factor más disruptivo de esta iniciativa es la apertura de nuevos acuerdos comerciales. Históricamente, el pequeño productor ha enfrentado la volatilidad del precio y la intermediación que reduce drásticamente sus ganancias. Un café de origen, especialmente uno con la narrativa de equidad y sostenibilidad que posee el café femenino, tiene un inmenso valor agregado en los mercados internacionales.
Al lograr acuerdos directos, estas organizaciones no solo aseguran un precio justo y estable, sino que también establecen relaciones de confianza y largo plazo con compradores responsables. Esto les permite invertir en la calidad de su café, en prácticas sostenibles (social y ambientalmente) y, crucialmente, en la mejora de la calidad de vida de sus familias. El éxito de estas cinco organizaciones es la prueba fehaciente de que el café con rostro de mujer es un producto de alta calidad y alto impacto social.
Un Modelo a Seguir
El Cauca nos muestra que para alcanzar la paz y la prosperidad rural, es indispensable cerrar las brechas de género en el acceso a la tierra, el crédito y el conocimiento. Estas productoras están demostrando que, con el apoyo adecuado, el sector cafetero puede ser un motor de cambio.
Su liderazgo no solo se mide en las toneladas de café exportadas, sino en la inspiración que generan en otras mujeres de la región. El aroma del café de Buenos Aires y Caldono ahora huele a oportunidad, autonomía y equidad. Es una invitación a todos los actores de la cadena —gobierno, cooperativas y compradores a priorizar y respaldar el talento y la resiliencia de las mujeres del campo colombiano.


































































