El mensaje de Jesús Elver González resuena con una fuerza innegable, transformando una narrativa personal de adversidad en un manifiesto de acción colectiva. Al compartir su experiencia con la polio, no se limita a ofrecer una lección de superación individual, sino que establece una premisa radical para la vida pública y social: la única incapacidad real es la de no intentar hacer las cosas. Esta idea va más allá de la autoayuda; es un llamado al coraje que el Cauca necesita para enfrentar su propio destino.
González utiliza su historia, donde un obstáculo físico se convierte en una fuente de motivación para el trabajo por la gente, como un espejo para reflejar la realidad de nuestro territorio. El Cauca, como él bien lo señala, es una tierra que ha vivido y enfrentado adversidades históricas y estructurales, pero que, crucialmente, también sabe levantarse. Es esta resiliencia, cimentada en la dignidad y la capacidad de sobreponerse, la que debe ser el motor de nuestro progreso.
El paso lógico de esta filosofía de la superación personal a la política social se cristaliza en un propósito claro y fundamental: trabajar por un Cauca donde vivir bien no sea un privilegio, sino un derecho. Esta declaración es el corazón del mensaje. Implica un rechazo categórico a la desigualdad y a la aceptación pasiva de que el bienestar es solo para unos pocos. Significa que el desarrollo, la seguridad y las oportunidades no deben depender de la suerte o el estatus, sino de la garantía institucional.
Al plantear que su trabajo está motivado por “quienes sueñan con un futuro más justo y posible,” González apela a la esperanza activa, la que se construye con esfuerzo y compromiso diario. La superación de la adversidad, ya sea personal o territorial, exige constancia y una visión inquebrantable de lo que se quiere lograr. En este sentido, el líder caucano nos recuerda que la grandeza de un pueblo no se mide por la ausencia de problemas, sino por su valentía para enfrentarlos, y por la firmeza en la convicción de que el cambio es, no solo deseable, sino absolutamente posible. El Cauca necesita dejar de lado el miedo y abrazar la acción, reafirmando que la verdadera incapacidad es la apatía.


































































