Popayán: Entre la Resiliencia y la Alerta , la “Ciudad Blanca” despertó hoy con un nudo en la garganta. Lo que para muchos era el inicio de una jornada cotidiana, para Popayán se convirtió en un recordatorio de la fragilidad de la paz en el Cauca. Gracias a la valentía ciudadana y a la efectividad de nuestra Fuerza Pública, hoy no lamentamos una tragedia, pero el alivio no debe confundirse con la tranquilidad.
El miedo es una sombra silenciosa. Aunque las detonaciones se evitaron, el impacto psicológico permanece. No podemos permitir que el miedo se convierta en el administrador de nuestras calles, ni que la incertidumbre dicte el ritmo de una ciudad que se prepara para sus días más sagrados y festivos.
Más allá de la reacción
Es imperativo que el llamado a las autoridades sea escuchado con claridad: la seguridad no puede ser un ejercicio meramente reactivo. Si bien celebramos la rápida acción de la Policía y el Ejército, la ciudadanía demanda prevención.
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Inteligencia Proactiva: Necesitamos desarticular las intenciones antes de que lleguen a nuestras esquinas.
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Presencia Permanente: La seguridad debe sentirse en los barrios, no solo en los operativos de emergencia.
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Protección del Patrimonio: Popayán es custodia de tradiciones que atraen al mundo; proteger la ciudad es proteger nuestra identidad y economía.
Un pacto por nuestra casa
“Que no haya pasado nada grave no significa que no esté pasando nada”. Esta frase debe resonar en cada despacho oficial. No podemos acostumbrarnos a vivir al borde del abismo. Popayán merece una Navidad donde el único estallido sea el de la alegría familiar, y un futuro donde caminar por nuestras calles coloniales no sea un acto de valentía, sino un derecho pleno.
La seguridad es, en última instancia, un tejido compartido. Si ves algo, denuncia. La solidaridad ciudadana es el primer muro de contención contra quienes pretenden robarnos la calma. Popayán es nuestra casa, y a la casa se le defiende con la voz, con la unión y con la exigencia de vivir sin miedo.
