La noticia del hallazgo de cuatro jóvenes venezolanos sin vida en una vivienda de Facatativá nos golpea con la frialdad de los datos estadísticos, pero esconde una realidad humana desgarradora. Cuatro vidas, con edades entre los 20 y 30 años —la etapa del máximo vigor y de los sueños por cumplir—, se apagaron en silencio en una vivienda arrendada. Lo que parece ser un accidente doméstico derivado de una noche de esparcimiento, es en realidad un recordatorio letal sobre la fragilidad de la vida y las precariedades que rodean a la población migrante y trabajadora.
La hipótesis principal que maneja el gobernador Jorge Rey y los peritos judiciales es la intoxicación por inhalación de gases. Según el relato oficial, una estufa encendida tras una jornada de consumo de licor se convirtió en el verdugo silencioso. Aquí no hubo violencia externa, no hubo armas, ni un enemigo visible; el enemigo fue el monóxido de carbono o la acumulación de gas propano en un espacio sin ventilación suficiente.
El peligro del “Asesino Silencioso”
Es fundamental entender qué sucede técnicamente en estos casos. Cuando una estufa queda prendida y consume el oxígeno del ambiente, o cuando hay una combustión incompleta, se genera monóxido de carbono (CO). Este gas es inodoro, incoloro e insípido. Las víctimas no sienten que se están asfixiando; simplemente se sumergen en un sueño profundo del cual no despiertan.
En el caso de Facatativá, el detalle de las ollas calcinadas en la cocina sugiere que la fuente de calor estuvo activa durante horas, consumiendo no solo el contenido de los recipientes sino el aire vital de la vivienda.
Vulnerabilidad y Prevención
Este hecho no puede leerse de forma aislada a las condiciones de habitabilidad. Las zonas donde residen trabajadores del campo y población migrante a menudo carecen de instalaciones de gas natural certificadas, dependiendo de pipetas de propano que requieren un manejo mucho más riguroso y ventilación constante.
¿Cuántas viviendas arrendadas en nuestros municipios cumplen realmente con las normas de ventilación exigidas por la ley? ¿Cuántas veces el afán de combatir el frío de la sabana lleva a cerrar herméticamente puertas y ventanas, creando cámaras de gas accidentales?
Una reflexión necesaria
La muerte de estos cuatro jóvenes debe servir para algo más que un titular de prensa judicial antes de Navidad. Es un llamado urgente a:
La educación ciudadana: El peligro de dejar estufas encendidas o dormir en lugares sin ventilación con fuentes de combustión activas debe ser una campaña constante de gestión del riesgo.
La responsabilidad de los arrendadores: Quienes alquilan habitaciones o casas deben garantizar que las instalaciones de gas y los espacios de cocina cumplan con estándares mínimos de seguridad.
La empatía social: Detrás de estos “cuatro ciudadanos venezolanos” hay familias que hoy, en plena víspera navideña, enfrentan el vacío y la distancia.


































































