La Messidependencia de Argentina quedó en ridículo ante una Croacia que, sin aspavientos, jugó un partido práctico, anuló las pocas virtudes de su rival y lo despachó a las duchas con un 3- 0 contundente.
Ningún partido se gana de camiseta, de historia y, mucho menos, de nombre. En el fútbol hay que jugar primero para saber el resultado final. Nadie gana la víspera. Nadie pierde la víspera.
Todos los equipos que llegaron a este Mundial con favoritismo han tenido que remar contra la adversidad y se han estrellado contra una realidad de a puño: no hay equipos chiscos.
El fútbol se lo juega con la cabeza y con los pies. Y cabeza es lo que les ha faltado a muchos técnicos y jugadores en este Mundial para resolver los problemas que les plantean sus rivales a lo largo de cada 90 minutos. Pareciera que las ideas se quedan en el camerino.
Vamos a la pelota. Argentina saltó a la cancha de Nizhni con la obligación de ganar para cuadrar caja. Pero no con la alineación ideal para lograr ese cometido y poner en aprietos a Croacia.
Sampaoli (aun creemos que es él quien hace las alineaciones de Argentina) plantó una banda para chocar, para empujar, para hacer ríspido el partido, para meter a Croacia contra su arco.
Dejó en el banco a los habilidosos. A los que podían desequilibrar en la individual. A los que les podían dar a una mano a Messi, Pavón, Dibala y Gago se quedaron a la espera de que los titulares de este juego resuelvan la papeleta y sumen los tres puntos.
El que es Caballero…
El duelo para los gauchos estaba apretado, pero era para resolverlo, si se tranquilizaban. Croacia se estiraba a todo lo ancho de la cancha y controlaba los embates argentinos. Todos esperaban la genialidad de Messi para que desequilibre el marcador. No apreció.
Cuando D10S no llega al partido, Argentina desaparece del mapa. Tenía la pelota, la tocaba. Buscaba el hueco para meter el puñal. Era de paciencia. Pero un grosero error del arquero Willy Caballero, llevó a un golazo de volea de Ante Rebic y después Luka Modric e Ivan Rakitic aseguraron un resultado histórico para los croatas.
Croacia clasificó a octavos por segunda vez en su historia tras esta sorpresiva goleada sobre una Argentina que, con un desaparecido Lionel Messi, pagó su fragilidad defensiva, sus errores y quedó al borde de la eliminación en una noche de pesadilla.
Higuaín, Dybala y Pavón llegaron a la cancha, pareció que le daban chispa al equipo, pero fue un espejismo. Y Luka Modric e Ivan Rakitic asestaron el golpe final para dejar noqueado a su rival.
Argentina quiso. Metió garra, pero no pudo. Tuvo más posesión, pero poca claridad, con el Kun Agüero y Messi inéditos. Al 10 se le notaba visiblemente incómodo. Son más las necesidades que las realidades y a los tiquetes de regreso sólo les falta el sello en el aeropuerto.
