La contienda interna por el aval del Centro Democrático en el Cauca para las elecciones al Congreso de la República (2026-2029) se presenta como un microcosmos de las tensiones, lealtades y contradicciones que definen al Uribismo en el contexto regional actual. A la fecha de esta columna, el partido aún no define oficialmente su lista cerrada, pero la danza de los tres precandidatos inscritos, Marcelo Alberto Arango Mosquera, Manuel Agudelo y Mario Bustamante* revela más que una simple disputa de nombres: expone la lucha por el control ideológico y territorial del Centro Democrático en el departamento.
Candidatos, Herencias y la Figura Ineludible
En primer lugar, la aparición de Marcelo Alberto Arango Mosquera como “heredero de la labor política y social de su pariente Juan José Chaux Mosquera”, evoca la tradición de los clanes políticos que, para bien o para mal, han marcado la historia del Cauca, donde el pueblo caucano se une en esa bandera encaminada a una familia de este departamento cuyo legado está enmarcado siempre en su gestión y labor al servicio de la comunidad. Su precandidatura se sustenta en la continuidad y la transferencia de un capital político ya establecido, un elemento que el Uribismo, a pesar de su discurso de renovación, suele capitalizar en el plano regional donde es de resaltar que su nombre es conocido como una pura sangre del Uribismo.
En el otro extremo, Manuel Agudelo, exconcejal de El Bordo, representa el esfuerzo de bases en zonas del departamento históricamente complejas. Su reconocimiento emana de un trabajo territorial palpable, contrastando con el poder heredado y apuntando a una representación más genuina de la militancia de provincia.
Pero la figura más controversial, la que desata la crítica más ácida, es sin duda Mario Bustamante. Su caracterización como el “candidato eterno” que “dura más que un Bombril”, un sarcasmo que resalta su persistencia electoral en cada jornada— subraya la fatiga del electorado ante ciertos personajes que, sin un éxito contundente, reciclan su aspiración.
El Slogan del ‘Bombril’ y los Aliados Polémicos
Más allá de su persistencia, la precandidatura de Bustamante se ve ensombrecida por sus alianzas con figuras que, según la información expuesta, han sido fuentes de controversia y señalamientos. La mención del clan de “los Monos” , encabezado por el exdirector de Gestión del Riesgo, el “Mono González”, y sus “secuaces” como Hugo Bolaños (con presuntas implicaciones en Mocoa) y Mauricio Muñoz (exalcalde de Timbio), introduce un elemento de cuestionamiento ético y político directo al proceso interno del partido.
Si el Centro Democrático se fundó bajo la bandera de la ética y la transparencia (como lo exigen los Artículos 20 y 21 de su propia resolución interna), la alianza con actores políticos señalados, e incluso cuestionados por su papel en la debacle de una lista anterior (la de Bibiana Pino) debido a un presunto “Judas” uribista que terminó apoyando a los Verdes, genera una profunda incoherencia.
La Sangre Uribista y el Temor a la Deslealtad
La pregunta de fondo que flota en los “corrillos del Parque Caldas” es la lealtad. El precandidato Bustamante, con su abierto condicionamiento, “si la senadora Paloma me respalda yo sigo en el uribismo, sino me retiro”, expone la fragilidad del compromiso ideológico. Esta postura, que privilegia el aval personal sobre la convicción partidista, se convierte en un símbolo de la crisis de principios que denuncian algunos militantes. Su actual pavoneo como precandidato al Senado del sector de Miguel Uribe, contrasta con el lamento de quienes ven a estas figuras “mintiendo a la colectividad” mientras “escupen uribismo” pero mantienen alianzas con el petrismo (la mención de nexos entre “el clan de los Monos y el petrismo”).
La tristeza de que hoy se “vean en ruedas de prensa aun mintiendo” es un reflejo de la desilusión de las bases que claman por la autenticidad y el “tener sangre uribista” genuina.
La Regla Interna como Contrapeso
Frente a esta coyuntura de herencias cuestionables y lealtades condicionales, la Resolución No. 068 del 20 de agosto de 2025 del Centro Democrático (que rige la preinscripción de aspirantes) cobra una importancia vital.
El documento establece un riguroso Protocolo de Calificación (Artículo 21), que debe evaluar:
1. Comportamiento ético y social.
2. Trayectoria política dentro del Partido.
3. Liderazgo social.
4. Trayectoria laboral y/o académica.
Es en el primer numeral donde la Dirección Nacional y la Veeduría deben poner la lupa. Los rumores de alianzas con sectores polémicos, la posible participación en la “quemada de la lista” anterior, y las presuntas implicaciones éticas y disciplinarias de los aliados, deberían ser elementos de descarte conforme al Artículo Cuarto, que exige la verificación de “antecedentes penales, disciplinarios, fiscales”.
El Cauca exige una lista que, en medio de la polarización nacional, honre los principios fundacionales del partido. Si el Centro Democrático elige avalar a candidatos cuya trayectoria se encuentra empañada por alianzas cuestionables o por la falta de un compromiso irrestricto, la frustración de la militancia se profundizará, arriesgando el capital político del partido en un departamento ya de por sí complejo. La decisión que tome la Dirección Nacional, bajo los criterios de la resolución, será la prueba de fuego sobre si el partido elegirá la ética y la coherencia sobre la mera cuota de poder regional.
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