El Partido Oxígeno, liderado por Ingrid Betancourt, ha vuelto al ruedo político colombiano con una lista al Senado que, según sus propias palabras, busca ser la “selección antipetro”. Este rótulo, más allá de una estrategia de mercadeo electoral, plantea la pregunta fundamental sobre la viabilidad y la identidad de esta colectividad en el complejo panorama nacional. ¿Basta con ser “anti” algo para convertirse en una fuerza alternativa real y duradera?
La Estrategia del “Anti”
La polarización ha sido, lamentablemente, el motor principal de la política colombiana reciente. El Partido Oxígeno parece querer capitalizar este ambiente, usando la figura de Gustavo Petro como el polo opuesto necesario para aglutinar votos. Al presentarse como una “selección antipetro”, no solo se oponen al actual gobierno, sino que también invitan a la convergencia de diversas fuerzas y perfiles que comparten ese rechazo.
Sin embargo, depender de una narrativa negativa puede ser un arma de doble filo. Si bien puede generar un impacto inmediato, la ciudadanía eventualmente demandará una propuesta positiva y coherente. La “selección” incluye figuras con trayectoria como Sofía Gaviria y nuevos talentos, perfiles técnicos y líderes regionales. Esta mezcla, aunque amplia, corre el riesgo de ser vista como una colcha de retazos unida solo por su aversión al petrismo, careciendo de una visión programática clara y distintiva que vaya más allá de la oposición.
Un Gestos de Renovación, Una Sombra de Liderazgo
El hecho de que Ingrid Betancourt figure en el puesto 10 de la lista es un gesto político significativo. Se interpreta como un intento de dar espacio a nuevos liderazgos (encabezados por Sofía Gaviria), relegando su propia figura a una posición de respaldo más que de capitanía. Esto es saludable en un partido que busca reposicionarse y demostrar que su vigencia no depende únicamente de la imagen de su fundadora.
No obstante, Betancourt sigue siendo la figura central y el ancla mediática de la colectividad. Su presencia, aunque en un puesto inferior, garantiza la atención, pero también puede oscurecer la luz de los otros 19 aspirantes. El desafío para el Partido Oxígeno no es solo entrar al Congreso, sino convencer al electorado de que tienen un proyecto propio y no son simplemente el vehículo de un liderazgo histórico o la herramienta de una oposición coyuntural.
El Verdadero Oxígeno: Más Allá del Nombre
Para que el Partido Oxígeno respire realmente en el escenario político, necesita ir más allá del nombre y de la etiqueta “antipetro”. Los perfiles técnicos como el economista Silverio Gómez o las voces juveniles y ambientales que cierran la lista sugieren un potencial para abordar temas de fondo: economía, legislación y sostenibilidad.
Es en la articulación de estas voces y la presentación de una agenda robusta e innovadora donde residirá su verdadero éxito. Si logran transformar la oposición en una propuesta constructiva y demostrar que tienen la capacidad técnica y la voluntad política para ofrecer soluciones concretas a los problemas del país, entonces, y solo entonces, el Partido Oxígeno podrá asegurar un lugar relevante y dejar de ser definido solo por aquello a lo que se opone. El reto está en pasar de ser una “selección” a ser un equipo con una visión clara de juego.


































































