El reciente y lamentable espectáculo del ataque a la escultura del expresidente Guillermo León Valencia no es un incidente aislado; es un síntoma de una enfermedad social más profunda: la incapacidad de la sociedad de debatir su historia sin recurrir a la destrucción. El acto de arrastrar y dañar este monumento no puede ser disfrazado de “libertad de expresión”; es, simple y llanamente, un acto de vandalismo y un profundo desacato al corazón de Popayán.
La Ignorancia Atrevida Contra la Memoria
El argumento de quienes promueven estos destrozos suele ser simplista y reduccionista, centrado en borrar figuras históricas por aspectos parciales de su legado. Pero la historia, y la de Guillermo León Valencia en particular, es un tapiz complejo.
La figura atacada representa mucho más que las controversias que rodearon su lucha contra el terrorismo. Su gestión fue un estándar de la grandeza caucana. Como bien se recuerda, a él le debemos obras de infraestructura que hoy son vitales para el Cauca, incluyendo:
-
La pavimentación de la crucial vía Popayán-Cali.
-
La modernización del aeropuerto de Popayán.
-
La materialización del Hospital Susana López de Valencia.
-
Y, fundamentalmente, la ratificación de la nacionalización de la Universidad del Cauca, un pilar de la formación regional.
Juzgar su legado únicamente por una faceta de su vida pública es un acto de profunda ignorancia histórica, que nos empobrece como sociedad. Es una ceguera voluntaria que intenta borrar de un plumazo los hitos que definieron la modernización de nuestro departamento.
El Patrimonio No se Toca: Es un Delito
El patrimonio no es una opinión; es un bien público, colectivo e irremplazable. Atentar contra él no es un ejercicio de la libre expresión, es un DELITO grave que vulnera la propiedad de todos los ciudadanos.
Es alarmante que existan fuertes indicios de que esta puede ser la misma escultura robada durante las protestas de 2021 de la glorieta del SENA. Si esto se confirma, la indiferencia institucional ante el primer acto de pillaje se convierte en una complicidad tácita con la impunidad.
El llamado a la investigación rigurosa es urgente. La ciudadanía, a través de voces como la de Marcelo Arango Mosquera, no solo exige la RESTAURACIÓN INMEDIATA de este símbolo, sino también la JUDICIALIZACIÓN INMEDIATA de estos “sicarios del patrimonio”. No puede haber contemplaciones con quienes, en nombre de supuestas causas, destruyen lo que nos pertenece a todos.
Un Llamado a la Acción y la Defensa Colectiva
Popayán no puede seguir permitiendo que unos pocos desadaptados dicten la narrativa de nuestra memoria a través de la violencia contra el mármol y el bronce.
Este es un momento de inflexión. Si no actuamos con contundencia hoy, mañana cualquier monumento, cualquier fachada histórica, cualquier símbolo de nuestro legado estará en peligro. Defender la memoria, la historia y el legado de Popayán no es defender a una persona, sino defender el derecho de las futuras generaciones a conocer su pasado a través de sus vestigios.
Exigimos a las autoridades, especialmente al magistrado Silvio Castrillón y a los entes de control, que esta vez se actúe con la firmeza y la celeridad que el patrimonio cultural merece. ¡Es hoy o nunca! La grandeza caucana también se mide en la defensa de lo que nos une.


































































