Para un payanés, mencionar el *Centro Comercial Anarkos* no es hablar simplemente de una estructura que hoy es un parqueadero vacío; es evocar el epicentro de nuestra identidad decembrina. *¿Quién no recuerda el ritual de caminar por sus pasillos buscando la “pinta” para el 24, o el televisor de última gama para que el barrio entero supiera que el año había sido próspero?*, El Anarkos era más que comercio; era el termómetro de nuestra alegría.
Esa alegría se desbordaba en las *Fiestas de Pubenza*. Eran tiempos de una Popayán más inocente, donde *el “combate”*, era con agua y la munición se cargaba en pistolas de tubo PVC. *Alquilar un Piaggio no era un transporte, era un tanque de guerra festivo*, y hasta la policía se sumaba a ese juego cómplice donde el único riesgo era terminar empapado. *Hoy, el agua ha sido reemplazada por la carioca, pero lo que más duele es que las risas francas han sido sustituidas por el recelo*.
*Una Realidad que Estruja el Corazón*
*Es inevitable que el corazón se estruje al contrastar esos recuerdos con nuestra actualidad. Pasamos de los carros eléctricos que los niños conducían en la terraza del Anarkos a las plegarias silenciosas en los barrios*. Hoy, el temor no es a una mojada imprevista, sino a la inseguridad que acecha en las esquinas y a la violencia que desangra nuestras veredas y municipios vecinos.
Resulta doloroso preguntar: *¿En qué momento los actores de la guerra olvidaron su propia niñez?* Aquellos que hoy empuñan armas alguna vez tuvieron una madre que los esperaba con la cena de Navidad, alguna vez jugaron en estas mismas calles. *Es imperativo exigir una tregua real*. No una de papel, sino una de corazón, donde *el cielo de Cauca solo sea surcado por los colores de los cohetones y no por la metralla que silencia vidas y destruye hogares*.
*Resiliencia y Esperanza*
*A pesar del vacío que dejó el Anarkos, su espíritu sigue vivo*. Esos comerciantes, guerreros de la economía local, hoy están dispersos por toda Popayán, *esperando que los visitemos para reactivar ese sueño que el cemento no pudo sostener*.
A todos a los que nos apoyan, a los que critican desde el *“bullying*” cotidiano, e incluso *a los que nos quieren ver derrotados*, les deseo que este *24 y 25 de diciembre sea un momento de pausa*.
Que la nostalgia no sea solo tristeza, *sino el motor para exigir la paz que nos merecemos*.
*Popayán necesita volver a sonreír sin miedo*. Que el espíritu del viejo Anarkos, con su bullicio y su vida, nos recuerde que somos más los que queremos construir que los que buscan destruir.
*¡Feliz Navidad a todos los payaneses de buena voluntad!*
*Su periodista Amigo…*
*Marcelo A. Arango Mosquera*
*Director Medios de Comunicación*
*Corporación Colombia Extremo*
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