Durante diez años, el periodista Marcelo Arango Mosquera, de Cauca Extremo, ha demostrado que la irreverencia y la valentía son herramientas esenciales para destapar la corrupción en el Cauca. Su trabajo, a menudo atacado incluso por sus propios colegas, ha desafiado a los poderosos y ha expuesto verdades incómodas, lo que le ha valido no solo el reconocimiento de la ciudadanía, sino también un alto precio personal.
En una época en que el periodismo se enfrenta a un escrutinio constante y la desinformación abunda, Arango Mosquera ha optado por un estilo directo y sin filtros. Sus reportajes y denuncias han trascendido el simple relato de los hechos para convertirse en verdaderas cruzadas contra la corrupción y la impunidad. El hecho de que sus denuncias hayan llevado a condenas y destituciones demuestra la seriedad y el rigor de su trabajo, a pesar de los señalamientos de ser un periodismo «atrevido».
El verdadero valor de un periodista se mide no solo por su capacidad de informar, sino también por su disposición a enfrentar las consecuencias de sus palabras. En este sentido, la trayectoria de Arango Mosquera es un ejemplo. Las amenazas de las que ha sido objeto, y la aparente omisión de las instituciones de seguridad, subrayan la peligrosidad de ejercer un periodismo independiente en un contexto tan complejo como el del Cauca.
En un mundo donde las noticias a menudo se diluyen en un mar de trivialidades y la autocensura se convierte en una práctica común, la figura de Marcelo Arango Mosquera nos recuerda que el periodismo valiente es una necesidad vital para la salud de la democracia. Su década de trabajo no es solo una celebración de su carrera, sino también un llamado de atención sobre la importancia de proteger y apoyar a quienes, a pesar de los riesgos, se atreven a alzar la voz por la verdad.