La convivencia pacífica es un desafío constante, y a menudo, las mayores amenazas provienen de conflictos que escalan dentro del círculo familiar. La reciente captura en flagrancia de una mujer de 20 años en el barrio Calicanto por el delito de daño en bien ajeno, tras destrozar elementos en la casa de su abuela, es un ejemplo doloroso de cómo la falta de contención emocional puede derivar en un delito y poner en riesgo a los seres queridos.
Más Allá de los Objetos Rotos
El daño material es, en sí mismo, un delito, pero el contexto de este incidente es lo que lo hace particularmente preocupante. La agresora causó destrozos en la vivienda de su abuela, una adulta mayor de 75 años. Esto transforma el “daño en bien ajeno” en un acto de violencia que afecta la seguridad y el bienestar emocional de una persona vulnerable. La riña familiar, alimentada por un “estado de exaltación”, pasó de ser un problema doméstico a un asunto penal, requiriendo la intervención inmediata de la Policía.
La oportuna intervención de la patrulla del CAI Comuna Seis fue crucial. No solo detuvieron el acto de vandalismo, sino que, como se destaca, evitaron mayores alteraciones a la convivencia y garantizaron la protección de la víctima. En situaciones de alta tensión emocional, la presencia policial actúa como un muro de contención indispensable para prevenir que la situación escale hacia agresiones físicas más graves.
La Fragilidad de los Vínculos
Este caso pone de manifiesto la fragilidad de los vínculos familiares cuando son sometidos a crisis emocionales no gestionadas. La persona de 20 años, quien presumiblemente debería ser un apoyo para su abuela, se convirtió en una amenaza para su patrimonio y su tranquilidad.
Es imperativo que, como sociedad, abordemos la raíz de estas explosiones de ira. Un “estado de exaltación” no es una justificación para la violencia o la destrucción. Es un llamado de atención sobre la necesidad de herramientas de salud mental y manejo de la ira, especialmente en los jóvenes. La judicialización, con el traslado a la Fiscalía, es el paso legal necesario, pero debe ir acompañado de una reflexión profunda sobre las causas subyacentes. La prisión no siempre es la única respuesta; a veces, la terapia y el acompañamiento son esenciales para reintegrar a las personas a la vida social y familiar de manera constructiva.
Un Testimonio de la Vigilancia Efectiva
Para la Policía Metropolitana de Popayán, esta captura es un testimonio de la efectividad de la vigilancia atenta y la respuesta rápida de la central de radio. El sistema de seguridad funcionó: el llamado de alerta, la verificación de los hechos y la consecuente captura en flagrancia. Demuestra que la policía está comprometida con la protección de todos los ciudadanos, especialmente los adultos mayores, dentro y fuera de sus hogares.
La paz de los barrios, como Calicanto, depende de que se le ponga un alto a la violencia en todas sus formas. La comunidad debe seguir confiando en el llamado a las autoridades cuando la convivencia se rompe. La protección de los adultos mayores es una prioridad innegociable, y la contundencia de la ley debe ser la respuesta ante cualquiera que amenace su bienestar, sin importar el vínculo familiar.
Dado que el detonante fue un “estado de exaltación”, ¿qué programas de mediación familiar o apoyo psicológico podría impulsar el municipio para que estos conflictos no terminen en delito?


































































