La violencia no da tregua en el sur de Bolívar, una región históricamente asediada por la presencia de grupos armados. La noche del martes 9 de septiembre de 2025, la comunidad de la vereda San Isidro, en la frontera entre Santa Rosa y Morales, fue testigo de un trágico ataque que dejó un saldo de dos soldados del Ejército Nacional muertos y cuatro heridos. La acción, atribuida al Ejército de Liberación Nacional (ELN), empleó una nueva y letal táctica: drones cargados de explosivos.
Un Ataque Vileza y Desafío a la Autoridad
El uso de drones en este ataque representa una escalada en la sofisticación de los métodos de los grupos ilegales. Es un claro desafío a la autoridad del Estado y un acto de vil cobardía contra los militares que, en cumplimiento de su deber, se esfuerzan por garantizar la seguridad en zonas rurales. El Comando de la Décima Novena Brigada ha calificado el hecho como un “acto terrorista” y ha condenado enérgicamente el ataque. La institución lamentó la pérdida de sus hombres, destacando su compromiso y valentía en una región donde la inestabilidad es una constante.
La Comunidad, Principal Víctima
Este ataque no solo enluta al Ejército, sino que también reaviva el temor entre los habitantes del sur de Bolívar. La presencia de grupos armados ilegales y sus constantes confrontaciones con la fuerza pública ponen en riesgo la tranquilidad y la seguridad de las comunidades rurales. Los militares heridos, afectados por las esquirlas, fueron evacuados a centros de salud para recibir atención especializada, mientras las operaciones militares en la zona continúan. La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta cuándo seguirán siendo las comunidades rurales las principales víctimas de este conflicto incesante?


































































