El reciente y condenable ataque de las disidencias de las FARC en el Cauca, apenas horas después de la operación militar que resultó en la baja de más de 20 integrantes de la facción de alias “Iván Mordisco” en Guaviare, es un eco predecible y trágico de la dinámica del conflicto colombiano. Más que un simple acto de violencia, esta acción es una inevitable retaliación que subraya la fragilidad de la seguridad territorial y el constante desafío que representa la ‘Paz Territorial’.
La Lógica de la Violencia Armada
El gobernador Octavio Guzmán Gutiérrez ha acertado al señalar la conexión directa entre la ofensiva militar en Guaviare y los ataques en el Cauca. En la lógica de los grupos armados ilegales, una pérdida significativa de hombres es respondida casi de manera automática con un golpe de mano en un territorio de su influencia, buscando tres objetivos clave:
- Demostración de Fuerza: Probar a la Fuerza Pública y a la población que, a pesar de los reveses, su capacidad de operación y de generar terror sigue intacta.
- Represalia Táctica: Desviar la atención o forzar a la Fuerza Pública a reubicar sus tropas, aliviando la presión en otras zonas.
- Control Social: Recordarle a las comunidades que el control territorial, y por ende su seguridad, sigue siendo una prerrogativa de facto del grupo armado.
El Cauca, históricamente un corredor estratégico y un epicentro de confrontación, se convierte una vez más en la víctima propiciatoria de esta dinámica.
La Respuesta Institucional: Más que un Plan, una Presencia
La respuesta articulada anunciada por la Gobernación, que incluye garantizar atención a heridos, reforzar la seguridad en puntos críticos y mantener presencia institucional, es la hoja de ruta correcta, pero debe ir más allá de una simple lista de tareas.
El desafío no reside solo en “reforzar” la seguridad de manera temporal, sino en lograr una presencia institucional permanente y efectiva. Como bien lo dijo el gobernador Guzmán, “Nuestra respuesta será siempre la unión, la acción decidida del Estado y el compromiso con la defensa de la vida”. Esta acción decidida debe traducirse en:
- Inversión Social Acelerada: La única forma de cortar el reclutamiento y la base social de estos grupos es con la presencia estatal a través de educación, salud y oportunidades económicas, algo que a menudo ha faltado en estas zonas de “retaguardia” del conflicto.
- Coordinación Integral: La seguridad no es solo un asunto militar. La articulación con las alcaldías y las entidades de salud, aunque vital para la inmediatez, debe escalar a una coordinación con la justicia y el desarrollo agrario.
Riesgo de Escalada y el Rol de la Ciudadanía
El principal riesgo ahora es la escalada de violencia. La Fuerza Pública no puede detener su ofensiva legítima, pero cada golpe de éxito implica el riesgo de una nueva ola de retaliaciones contra la infraestructura, la movilidad o, lo más grave, la población civil.
La decisión de la Gobernación de mantener la alerta máxima y el seguimiento permanente es crucial. Sin embargo, en un departamento donde los ataques continuos afectan la movilidad y la estabilidad social, se necesita la colaboración activa de una ciudadanía informada y protegida.
La paz en el Cauca no se firma solo en una mesa de negociación; se construye en el terreno, en la capacidad del Estado para hacer sentir su autoridad legítima y su compromiso social en cada rincón, desafiando la narrativa del miedo impuesta por las disidencias. La coordinación efectiva entre todas las instituciones, como lo subraya el comunicado, no es una opción; es la única garantía para evitar que la violencia de las próximas semanas siga marcando el rumbo de este golpeado departamento.


































































