La narrativa del “Gobierno del Cambio” en Colombia atraviesa hoy su hora más oscura. Lo que se presentó como una ruptura histórica con las prácticas tradicionales de la política, se está transformando, ante los ojos de la ciudadanía, en una repetición de los vicios más profundos del sistema. La crisis ya no es solo de gestión; es una crisis de coherencia moral.
La Gestión en el Banquillo: El Caso Salud
El juicio disciplinario contra el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, es el síntoma de una negligencia que trasciende lo administrativo. Ignorar las alertas tempranas sobre el desabastecimiento de medicamentos no es un error de oficina; es una vulneración directa al bienestar de los pacientes más frágiles. Resulta paradójico que un proyecto político que fundamenta su retórica en la “protección de la vida” sea hoy señalado por la Procuraduría debido a una ejecución tardía e ineficiente en un área tan crítica.
La ética de un gobierno no se mide por sus intenciones, sino por su capacidad de garantizar los derechos fundamentales de su pueblo.
El Derrumbe del Pedestal Moral
Si la desatención en salud es grave, la situación de los exministros Ricardo Bonilla (Hacienda) y Luis Fernando Velasco (Interior) es, sencillamente, demoledora. Su detención preventiva por presuntos manejos irregulares en la UNGRD y el Invías golpea el corazón del Pacto Histórico.
Se investiga un esquema que es la antítesis del cambio prometido: el uso de contratos millonarios como moneda de cambio para aceitar la maquinaria legislativa. Que figuras de este calibre, encargadas de las carteras más políticas y estratégicas del país, terminen tras las rejas por presunto saqueo de recursos públicos, deja al Gobierno sin su principal escudo: la superioridad moral.
El Silencio de la Responsabilidad
Frente a esto, surge la pregunta inevitable: ¿Dónde queda la vigilancia del Ejecutivo? La recurrente defensa de “yo no sabía” o “actuaron a mis espaldas” resulta insuficiente para una ciudadanía que votó precisamente para terminar con esas zonas grises. No basta con prometer una transformación si los mecanismos de control interno son inexistentes o si la lealtad política se pone por encima de la integridad pública.
En resumen, el país enfrenta hoy dos caras de una misma moneda:
-
La inacción: Representada en la crisis de insumos médicos.
-
La ambición: Reflejada en los escándalos de contratación para favores políticos.
Conclusión
Colombia no necesita más discursos grandilocuentes ni promesas de utopías que se deshacen en los juzgados. El país exige gestión técnica, transparencia radical y una rendición de cuentas que no distinga colores ideológicos. Si el Gobierno del Cambio no es capaz de depurar sus filas y responder con hechos a estas investigaciones, pasará a la historia no como el líder de una transformación, sino como otro capítulo de la larga y dolorosa historia de las expectativas traicionadas. La justicia tiene la palabra, pero la ciudadanía ya está dictando su propio juicio sobre la credibilidad perdida.


































































