El panorama político colombiano, siempre vibrante y a menudo polarizado, parece estar entrando en una fase de realineamiento crucial de cara a las elecciones de 2026. La premisa de que el egocentrismo y la división interna de la derecha están sirviendo como combustible para el fortalecimiento de la izquierda y la consolidación de un centro pragmático no es infundada, sino una observación aguda del ajedrez electoral actual.
El ‘Juego del Ego’ y la Desventaja de la Derecha
Históricamente, la derecha colombiana ha demostrado una capacidad notable para ganar elecciones cuando logra unirse en torno a un liderazgo fuerte. Sin embargo, en el ciclo actual, lo que se percibe es una fragmentación marcada por personalismos y visiones encontradas. Los líderes de este espectro ideológico parecen más preocupados por defender sus bastiones individuales y asegurar su cuota de poder que por articular una plataforma unificada y atractiva para la ciudadanía.
Este “juego del ego” tiene consecuencias directas:
-
Desgaste de la Oposición: En lugar de ejercer una oposición férrea y coordinada al gobierno de turno, las energías se dispersan en pugnas internas, restándole credibilidad y efectividad ante el electorado.
-
Mensaje Confuso: La falta de una voz unificada dificulta la transmisión de un mensaje claro sobre las alternativas que proponen, dejando la impresión de un sector más interesado en la disputa por el poder que en la solución de los problemas nacionales.
El Pragmatismo Táctico: El Camino de Fajardo y el Centro
En este contexto de polarización y desgaste, figuras como Sergio Fajardo, y el espectro político que representa (incluyendo a líderes como Claudia López), se benefician enormemente. La etiqueta de ser “uno más del equipo de Santos”, aunque usada para criticar su pasado en coaliciones de centro o centro-izquierda, también puede interpretarse como un activo: el de la moderación, la experiencia y la capacidad de concertación.
La estrategia de estos sectores, que podríamos llamar la “Tercera Vía” o el Centro, parece ser tácticamente inteligente. No se trata de una confrontación ideológica frontal, sino de una capitalización de la fatiga del electorado frente a los extremos. Su actuar, al evitar la confrontación estéril y centrarse en la construcción de equipos técnicos y con proyección de largo plazo, resuena en un segmento de la población que anhela menos polarización y más gestión.
La Lección del 2026: Liderazgo sin Egos
El punto más interesante de la observación es la supuesta proyección de “igualdad y crecimiento” en los equipos de trabajo de la izquierda y el centro, permitiendo que “descaminados” o nuevas figuras asciendan a puestos de representación como el Senado.
Si bien la izquierda ha demostrado una habilidad para movilizar bases y forjar alianzas amplias (como la del Pacto Histórico), y el centro (como la Alianza Verde) ha impulsado nuevos liderazgos regionales, el contraste con la derecha es notorio. La verdadera fuerza política en 2026 no la dará la figuración individual, sino la construcción de bancadas sólidas y la renovación de cuadros.
La proyección que cautiva al electorado no es el éxito de un solo líder, sino la promesa de un proyecto colectivo.
El liderazgo que se imponga será aquel que sepa conjugar la experiencia con la ausencia de ego, entendiendo que el objetivo es la victoria del proyecto político, no la vanidad personal. La derecha, si desea recuperar su espacio, deberá urgentemente superar sus divisiones internas y presentar una visión de país unificada, dejando de lado los personalismos que, hasta ahora, solo han facilitado el camino a sus contendores. Si no lo hacen, la izquierda se consolidará y el centro se fortalecerá, demostrando que en política, el ego desmedido es el peor de los asesores.


































































