La llegada de las festividades decembrinas trae consigo un ambiente de celebración que, lamentablemente, suele verse empañado por tragedias evitables. Por ello, la reciente jornada de vigilancia liderada por la Unidad de Salud Municipal y la Secretaría de Salud Departamental no es un simple trámite administrativo; es una acción necesaria de defensa de la salud pública.
El fin de la pólvora: Un imperativo de seguridad
El uso de pólvora ha dejado de ser una tradición aceptable para convertirse en un riesgo latente. Las cifras de quemados cada año, especialmente de menores de edad, nos obligan a entender que la diversión no puede estar por encima de la integridad física. La socialización del Decreto 044 de 2025 busca recordarnos que el control de estos artefactos no es una medida autoritaria, sino un escudo contra accidentes que dejan secuelas permanentes.
El peligro invisible del licor adulterado
Paralelamente, la inspección de expendios de bebidas embriagantes ataca otro frente crítico: el alcohol adulterado. El metanol no perdona. Un brindis con licor de dudosa procedencia puede terminar en ceguera o muerte. Aquí, la responsabilidad es compartida:
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Del comerciante: Que debe priorizar la ética comercial sobre el margen de ganancia.
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Del ciudadano: Que debe desconfiar de los precios irrisorios y comprar solo en puntos autorizados.
Conclusión: Una responsabilidad de todos
Las autoridades están haciendo su parte al recorrer las calles y vigilar los comercios, pero el éxito de estas medidas depende de la conciencia ciudadana. La prevención es la herramienta más potente que tenemos para que la Navidad de 2025 sea recordada por los abrazos y no por las emergencias en las salas de urgencias.
En estas fiestas, que el mejor regalo sea la seguridad de que regresaremos a casa sanos y salvos.


































































