“La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido”, expresó en vida Jorge Luis Borges y hoy, 30 años después de su muerte, todos los “sueños” que construyó en sus relatos siguen vigentes en el ‘ADN literario’ de los escritores posteriores a él, una generación que se formó disfrutando cuentos como El Aleph y Ficciones, obras que reflejan el carácter universal de las letras del argentino en un género caracterizado por la narración breve.
Borges –nació en Buenos Aires, Argentina, en 1899– fue ensayista, poeta, un reconocido intelectual y cuentista. De este último rol su producción está concentrada en libros como Historia universal de la infamia (1935), El jardín de senderos que se bifurcan (1941), Ficciones (1944), El Aleph (1949) y El libro de arena (1975).
Aunque los libros publicados se extienden a otros géneros como el ensayo y la poesía, el cuento fue un espacio que exploró desde distintas formas y sobre el cual también reflexionó abiertamente.
“Yo no creo, contrariamente a la teoría de Edgar Allan Poe, que el arte, la operación de escribir, sea una operación intelectual. Yo creo que es mejor que el escritor intervenga lo menos posible en su obra. Esto puede parecer asombroso; sin embargo, no lo es, en todo caso se trata curiosamente de la doctrina clásica”, expresó el autor en una de las tantas conferencias en las que habló de su obra.
Sus cuentos, en tres miradas
Para el escritor cesarense Alfredo Baldovino, el conjunto de la obra de cuentos del autor argentino se puede entender en tres líneas o tres miradas distintas de la narración. La primera muestra a un Borges que escribe a partir de personajes reales, y sobre ese cimiento de la historia humana construye su relato.
“Es el caso de La historia universal de la infamia, donde los relatos parten de biografías y anécdotas de criminales de distintas realidades culturales y geográficas. Este Borges es más accesible para los lectores”, explica Baldovino.
La segunda línea se caracteriza por el universo ‘borgiano’ en el que las ideas y sus propias obsesiones se conjugan en textos más abstractos. “Son relatos permeados por la filosofía que se hace evidente en libros como Ficciones y El Aleph, en los que se propone un nuevo tipo de realidad, un desafío intelectual donde la historia pasa a un segundo plano y toman fuerza las ideas, las preguntas”, comenta Baldovino.
Para Luis Mallarino, cuentista y poeta cartagenero, de la lectura de estos libros destaca historias como las de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. “Uno termina de leer esa historia y siente que ha leído siete tomos de una enciclopedia”, comenta Mallarino, y agrega que no ha visto en otros autores cuentos con universos tan densos y complejos. “Borges nos enseñó, entre otras tantas cosas, a desbaratar los límites de la literatura”.
Sobre este aspecto el escritor barranquillero Paul Brito resalta que los relatos logran hacer algo que no se suele encontrar en la literatura latinoamericana: la reflexión y el ensayo dentro del cuento.
“Hasta Borges, los cuentos estaban protagonizados más por personajes que por ideas; él logra encarnar las ideas metafísicas, filosóficas en personajes. Muchos autores son hijos de ese mundo borgiano de las ideas en la literatura como Vila-Matas o Bolaños”.
Brito señala que para este escritor “uno siempre se encuentra en el último punto y ápice vertiginoso del tiempo”; por ello le obsesionan la memoria y los sueños, porque son las dos dimensiones que permiten ensanchar el presente. “Por eso dice dentro de sus textos que cuando uno sueña llega a ese parámetro en que se mezcla el pasado, el presente y el futuro”.
Para Baldovino, esta cuentística se inscribe en el perspectivismo nietzscheano, donde el mundo tiene muchos ángulos desde los que se puede ver y todos pueden ser ciertos. “La otredad y al alteridad son recurrentes, Borges se encuentra con Borges en cuentos como El otro”. Baldovino añade que hay cuentos difíciles de encasillar porque no tienen la estructura tradicional.
Otra de las formas en que el escritor de El Aleph abordaba sus historias tiene que ver con el contexto cultural argentino, donde la historia y los personajes vuelven a cobrar protagonismo. Son textos concisos, con pocos adjetivos, e incluyen sentencias filosóficas que llevan el sello de Borges.
Para Julio Olaciregui, novelista, poeta y dramaturgo barranquillero, esta línea de Borges es la que más disfruta, porque se destaca un estética más simple y sonora.
“La imagen que se tiene de él es que era erudito, frío, pero también era cercano a la gente. Muchos de sus cuentos están llenos de detalles del campo, de los arrieros. Compuso milongas, esta faceta también se puede encontrar en su obra”, explica.
Olaciregui dice que recuerda la frase: “Borges es un escritor para escritores”, dicha por Alvaro Mutis. “Muchas veces en historias como La intrusa se presenta como escritor, no disimula su presencia ante el lector y hace referencia a muchos otros autores, filósofos, porque tuvo una formación muy amplia que lo impulsa y lo exige a uno cada vez que lo lee. Es un autor que no se agota en una sola lectura”.
Protectores del legado
El gran impacto que ha tenido en la cultura universal la obra del escritor argentino Jorge Luis Borges, no hubiera sido posible sin el trabajo por difundirla y custodiarla de la Fundación que lleva su nombre y que preside su viuda, María Kodama.
Kodama “es la primera en respetar y en hacer respetar la obra de Borges y la memoria de él porque, además, es una enorme responsabilidad”, afirma en una entrevista con Efe María Adela Renard, miembro de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges e investigadora de su obra desde hace 40 años.
A su juicio, la viuda del escritor ha realizado una “labor incansable” por dar a conocer un legado con el que, además, tiene un vínculo personal pero, sobre todo, por custodiarlo y vigilar que “cada detalle” que se revela sobre el autor sea real, algo que refleja que ha asumido como propio el “gran sentido de la estética y la ética que tenía Borges”.
La titular de la Fundación se encuentra ahora en Ginebra para asistir a los homenajes que el martes recordarán las tres décadas que ya han pasado desde la muerte de su esposo, quien eligió esa ciudad suiza para morir y ser enterrado.
Su amor por el trabajo del escritor se lo ha contagiado a la entidad, que se encarga de difundirlo tanto a nivel particular como público mediante jornadas de investigación, publicación de estudios, conciertos e incluso concursos para estudiantes jóvenes, como el de haikus, poemas tradicionales japoneses breves por los que Borges sentía una especial devoción.
Homenaje en argentina. El Gobierno de la capital argentina y la Fundación Internacional Jorge Luis Borges descubrirán una placa en memoria del autor de Ficciones, que será inaugurada en la sede de la fundación, sitio donde Borges escribió Las ruinas circulares y donde se encuentran, además, su biblioteca, las primeras ediciones de sus libros, algunos manuscritos, su colección de bastones, cuadros, talismanes y varias distinciones entregadas al autor.
“A 30 años de su muerte, homenajeamos a Jorge Luis Borges, sin dudas uno de los más grandes escritores de la historia y que puso a Argentina en lo más alto de la literatura. Su obra nos lleva a releerla una y otra vez descubriendo en cada lectura nuevos laberintos” sostuvo el ministro de Cultura capitalino, Darío Lopérfido.
También se abrirá la muestra Fotografía y amistad: Borges en el archivo de Bioy, en la que Borges es retratado por su amigo y también escritor Adolfo Bioy Casares (1914-1999), entre otros actos conmemorativos.
Premios
En 1980, Jorge Luis Borges obtuvo el Premio Cervantes de Literatura; en 1962 fue galardonado como Comendador de las Artes y de las Letras de Francia; y en 1965 recibió la Insignia de Caballero de la Orden del Imperio Británico. El autor sonó como uno de los favoritos para obtener el Premio Nobel de Literatura, sin embargo no le fue otorgado por la Academia Sueca, al parecer por razones políticas.
Algunos cuentos
-Historia Universal de la infamia (1935).
-El jardín de senderos que se bifurcan (1941).
-Ficciones (1944).
-El Aleph (1949).
-El libro de arena (1975).