Debemos dar gracias al creador, por regalarnos la Vida…por darnos cada noche de sueño restaurador y en paz, por disfrutar cada amanecer para vivir el día con alegría, en armonía con el universo, brindando amor y aprovechando el tiempo al máximo valorando las cosas, por lo que realmente significan.
Estoy convencido en el «libre albedrío», es decir en construir nuestra propia vida, el día a día, con nuestros actos, pensamientos y decisiones. No creo en un destino ya trazado, ni en ser de buenas o de malas. Por eso titulé mi columna de esta manera.
Es común encontrar personas que mueren a los 40, 50 o 60 años, incluso más jóvenes… ¡pero los entierran a los 80! Es decir; pasaron algunos de sus años, muertos en vida.
“Un trozo de vida perdido” … ¿Cuántos desearían contar con ese trozo de vida?
Por eso es importante saber viajar por esta vida. Les recomiendo viajar liviano, sin tantas maletas, siendo conscientes del itinerario que vamos a recorrer.
Los animo a que viajemos sin corrompernos, sin odiar, sin conflictos, de manera que cuando lleguemos a la penumbra de ese atardecer, podamos irnos con una vida bien vivida, llegando vivos a la muerte, con el pulgar alzado, con estoicismo, con la alegría de haber disfrutado cada otoño, cada invierno, cada primavera, cada instante.
¡Eso es vivir! disfrutemos cada etapa de nuestra vida de manera sencilla, «Carpe diem».
Por estos días llego a mis manos un escrito con una analogía sobre el actuar instintivo de la Abeja, un insecto de gran utilidad para el mundo.
Ella por instinto, pica y al hacerlo, el aguijón entra en la piel y no sale, porque el aguijón se mantiene dentro de la víctima. Cuando intenta salir volando, partes de su intestino terminan siendo arrancadas, y muere.
Este ataque o picadura puede dañar un poco a su víctima, pero a la abeja le cuesta la vida.
Con el ser humano sucede algo similar…
Existen personas que viven todo el tiempo atacando a la gente a través de chismes, intrigas, destilando odio, rencor, hiriendo, disociando, agrediendo física y verbalmente, eso seguramente va molestar a su «víctima», pero quienes actúan así, siempre terminarán siendo víctimas de su propia maldad, pues en su corazón solo albergan odio y discordia.
Si conocen a alguien así, ¡obsérvenlo! y se darán cuenta que carece de paz, de felicidad y de amor.
La invitación es a vivir en armonía, en paz, irradiando amor, cosechando éxitos, cumpliendo sueños, en equilibrio con la sociedad y el mundo. Estar vivos es amar, es reír, es viajar, es hacer el bien, es ser altruistas, es ser resilente, es perdonar, es bailar, es compartir en familia, con amigos, es trabajar con alegría, es vivir en comunión con el Creador.
Siempre debemos mantener una buena relación con el universo y tener siempre el pasaporte a la mano con una sonrisa, para cuando nos llamen a ese viaje migratorio, y que, al momento de enfrentar la muerte, lo hagamos enteros y vivos.
Que nuestra prioridad sea el amor: hacia nosotros mismos, a la vida, a los demás, porque si somos capaces de amarnos, de amar a los demás y amar lo sencillo, lo humano y los pequeños detalles, entonces conseguiremos ser felices, pongámoslo en práctica.
Nos olvidamos de que la vida se vive tan solo una vez y que no se trata de llevarla lo mejor posible. Otro factor importante es tener presente la importancia de conectarnos con el momento actual, ser auténticos y encontrar nuestra verdadera esencia. Recordemos el que sabe vivir en el presente, vive en la eternidad.
El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. Quien piensa que enamorarse envejece… se pone viejo por dejar de enamorarse.
Que nos digan como en la película Patch Adams, “se le acusa a usted de tener exceso de felicidad».
COLUMNISTA INVITADO :
JESUS HERALDO RUEDA