Como respuesta a la convocatoria a la Resistencia Civil que hicieron algunos sectores al proceso que se desarrolla bajo secreto y a todas las concesiones que se estarían otorgando allí, el Gobierno Nacional anunció que con asesoría del exfiscal Eduardo Montealegre planean obligar vía constitucional al cumplimiento de todo lo que ellos pacten, sin plebiscito y sin derecho a quitar ni una coma.
Acudir al Derecho Internacional Humanitario es algo que solo pensaría un discípulo de Hitler. Montealegre tras haber estudiado en Alemania aprendió que invocar el DIH es poner una coraza más fuerte que la criptonita. Un acuerdo que se rija bajo esos preceptos sería una maravilla, pero no cuando los que lo firman son los mayores violadores de esas reglas internacionales.
Es decir, de tajo se quitan las órdenes de captura por lesa humanidad. Se acaba la extradición y hasta cátedra de derechos humanos les sería otorgada en las mejores universidades del mundo. Incluso, un Doctorado Honoris Causa en DDHH y DIH.
Los constituyentes del 91 deben entonces ser demandados pues se gastaron meses haciendo la carta magna. En cambio Santos y sus aliados para la llamada paz, lograrán pasar en tiempo récord una reforma que cambia la esencia por dentro. Es como una bomba puesta para una implosión, pero con los habitantes del edificio a demoler adentro y dormidos.
Es decir, el Centro Democrático logró frenar el congresito y Roy Barreras como el ave fénix voló con los restos de ese monstruo y como si hubiera sido dueño de la mejor EPS, logró resucitar y reconfigurar ahora más poderoso el legislador, pues ahora resultó que tenemos un congreso paralelo. Uno donde no hay gritonas. Uno que se arrodilla ante el Che y luego se recrea viendo las masmorras de los presos políticos que Raúl por senil o por cínico ya no reconoce ante la prensa internacional.
Lo que hará el mercader de la paz es un delito contra la existencia y la seguridad del Estado. Ha atacado su corazón. Sospechoso, si fue cuando la Corte Constitucional pedía conceptos a grupos armados. Quizás quería que conceptuaran sobre si es crimen de guerra o no asesinar soldados con francotiradores en Caquetá o eso lo llama el DIH como acciones de defensa entre legítimos combatientes.
Los delitos de Juan Manuel Santos son muchos. Aun no se termina de esclarecer que pasó con los falsos positivos. O si aquí hubiera el crimen que tumbó a Dilma sería Juanma el criminal económico más “dulce” del continente por los ríos de mermelada que inyectó y que incluso puso “diabético” a Serpa y eso que el señor come harto dulce en Floridablanca. Lo que cometió ayer fue menoscabo a la integridad nacional. Promovió la hostilidad militar contra soldados del Caquetá, e incentivó actos contrarios a la defensa nacional.
Tres delitos que si se cumpliera el código penal darían hasta 20 años por traición a la patria y destitución inmediata por conspiración e incumplimiento de funciones, por jurar algo que no iba a cumplir, defender la Constitución y la Ley. Con mayorías en el Congreso, un fiscal interino puesto por él. Una corte Constitucional que oye opiniones de donde vengan. Un Gobierno que no bloquea las redes sociales de a quienes sí debería como lo dijo la Senadora Paola Holguín. Esa condena no se dará, solo nos queda acudir a la Resistencia Civil.
Con razón los afanes de Claudia López, senadora bipolar, que un día persigue a sus colegas por no hacerle quorum al Gobierno y al otro día sale a despotricar de él. Lo que ella está es en entrenamiento para cuando deban pasar con mensaje de urgencia el mal llamado Acuerdo Especial, que de especial tendrá el ser hecho por un Presidente con problemas mentales. Bien caro nos salió el Ministerio para Londoño.
Columna de Manuel Mateus L, Politólogo U. Rosario – Victory Awards 2015