En las frías altiplanicies andinas y en los valles del departamento de Nariño y norte del Ecuador, habitaron sociedades de agricultores, pastores y mercaderes desde el año 400 hasta el 1600 d.C.
En las tumbas más profundas de América se han hallado dos tipos diferentes de ajuares funerarios, con suntuosos emblemas de poder, lo que sugiere que coexistían dos grupos de gobernantes. En efecto, muchas sociedades andinas tuvieron una estructura social y de pensamiento dual que simbolizaron usando opuestos complementarios de la naturaleza y el cosmos: masculino y femenino, sol y luna, arriba y abajo, noche y día, frío y calor.
Al sobrevenir la Conquista, en 1550, al centro y norte de Nariño vivían los Quillacingas —nariz de luna—, en laderas y lugares planos; ellos depositaron como ofrenda láminas ovaladas sobre el cráneo de algunos muertos. Al sur estaban los Pastos, en aldeas muy pobladas en las cimas de los cerros; su cerámica muestra escenas de pesca, caza y pastoreo. Sus descendientes mantienen algunas de sus costumbres y tradiciones.
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