Opinar es insistir. Y correr el riesgo de repetirse. Sería gravísimo volver sin descanso a las mismas temáticas, una y otra vez, si este espacio de Cauca Extremo y los amigos de #LOSCORRILLOSDELPARQUECALDAS se escribiera para lectores suecos o suizos donde lo claro es que se escribe para una bella región como es nuestra ciudad blanca llena nuevamente de falsas ilusiones
Pero vivimos en un contexto de maníacos que suele arrojarse a los peores abismos cada semana donde el rencauche de aquellos que se esperaban abolieran de lugares donde existen nuevo lideres tan solo se rencauchan los mismos que se han burlado desde sus cargos directivos de los payaneses. Por esto quien opina dentro de estas situaciones no puede cambiar sus comentarios ni enfoques debido al repetitivo peso de la desgracia.
Si algo debe denunciarse es justo nuestra incapacidad e impotencia colectivas para impedir que las atrocidades se detengan. Ese esfuerzo de denuncia tiene el constante peligro de convertirse en un disco rayado. Sin embargo, la culpa no es de quien opina siempre en torno a los mismos problemas, sino de esos problemas que retornan con sus abusivos espirales y círculos viciosos hasta quitarnos el respiro.
El terror de nuestros días invita a pensar de modos diferentes en el futuro.
El nuevo alcalde de Popayán Juan Carlos Muñoz piensa que el futuro está detrás y no delante de nosotros. Semejante concepción del tiempo no solo sacude nuestras consideraciones tradicionales de lo cronológico, sino que, además, las pervierte donde debe entender que la gente le brindo ese Voto de confianza a pesar de escándalos en su campaña por culpa de una mala imagen de su oficina de comunicaciones que se vio reflejada por lo mostrado en las redes sociales, no podemos seguir manejando a Popayán trabajando de la forma de ensayo y error, debemos valorar y salvar lo poco que queda.
La idea contradice esa sospecha de incertidumbre que solemos adjudicarle al porvenir. Si lo encontramos a nuestra espalda o lo cargamos, incluso si tan solo fuese caminando tras nuestro paso, nada tendría más certeza dentro de la aventura vital y demente que el futuro. Al cual, desde luego, no podremos ver a la cara. Es lo más próximo que tenemos, aunque nunca lo entenderemos del todo y por tal razón su rostro será invisible por completo. Como sucede con los seres más queridos o con las causas a las que les hipotecamos el alma.
Entonces una sensación se cierne para bien en la estampa del tiempo que vendrá: la sospecha de su inexistencia, o de su condición de sombra. Es necesario cierto tipo de luz para presentirlo. Nuestro pasado quizá resulte ínfimo o endeble a la hora de brindar resplandores. En ocasiones los reflejos luminosos no puede aportarlos ni siquiera este presente en el que vivimos para cumplir tareas que no nos gustan o nos desesperan.
La luz tal vez jamás llegue. Y con su ausencia, la sombra que acompaña al reverso de los que somos tampoco vendrá.
Apreciado Juan Carlos Muñoz si nosotros lo tenemos Triste, usted tiene más triste a los payaneses rencauchando a los mismos de siempre, renovar es la mejor forma de salvar a Popayán