Millones de sepulturas es el legado de la intransigencia del ser humano, del ego de los gobernantes, de su soberbia, de su intolerancia, de la ambición territorial y de la arrogancia soportada en el poderío militar para consolidarse como imperio y dominar la economía del mundo utilizando a los Estados sin importarles los pueblos que lo conforman.
El hombre no aprende las lecciones de las páginas negras de la historia. Están cargadas de muertes y hambrunas, de guerras, de cruentos golpes de estado, de sometimiento de naciones y pueblos, de asesinatos de emperadores y reyes.
Pero para no irme muchos milenios atrás, simplemente ante el inminente estallido de la guerra en Ucrania donde están comprometidos ejes socialistas como Rusia, China y Bielorrusia y los aliados agrupados en la OTAN, 29 miembros, con asiento la mayor parte de los países europeos donde sobresalen Alemania, Gran Bretaña, Francia, Polonia, Italia, España, Portugal, Suiza y de América, Estados Unidos. Todos ellos emplearán sus mejores armas tanto nucleares, misiles intercontinentales, armas químicas y digitales para imponer su dominio.
Me sobrecojo al imaginarme que, si la Primera Guerra Mundial produjo aproximadamente 15 millones de muertos, ocho millones de militares y 7 millones de civiles, y la Segunda Guerra Mundial, que se originó por la invasión de Polonia por las tropas alemanas, donde murieron de 49 a 100 millones de combatientes y civiles, cuando el poderío militar y tecnológico no era comparable con el de ahora, ¿ante qué inminente tragedia estamos al borde?
Apocalíptico por decir lo menos, millones de cadáveres y ciudades arrasadas con la consiguiente ruina, adornarán la tierra por decisión de apenas un puñado de gobernantes que cuáles tahúres de la guerra jugarán con la vida de millones de seres humanos.
Rusia siempre ha sido protagónica en las dos guerras mundiales. En la primera colocándose al lado del imperio Austro-Húngaro cuando le declaró la guerra a Serbia. En la segunda neutralizando a los alemanes cuando invadieron a Polonia y en la que asoma su rostro, la de Ucrania, lo hace por motivos geopolíticos y económicos teniendo como pretexto su seguridad frente a la expansión de la OTAN.
Así no estemos en el frente de los puntos geográficos de la confrontación bélica, recibiremos todas las consecuencias de la guerra. El aparato económico se paralizará llenando de hambre y pobreza al mundo para darle paso al rugido y vomito de la máquina de la muerte.
Carlos Ibáñez Muñoz