Marelén Castillo estuvo muy cerca de convertirse en vicepresidenta de Colombia cuando fue fórmula de Rodolfo Hernández para la presidencia de la República, un empresario que solo había sido alcalde de Bucaramanga y que días antes de la segunda vuelta electoral parecía que se convertiría en presidente. Pero las nuevas circunstancias, derivadas de la renuncia del ingeniero Hernández al Senado de la República, su vida se ha convertido en un calvario
Castillo contó que esa relación se había enfriado porque no tenían las mismas visiones en el trabajo legislativo, ella desde la Cámara de Representantes y él desde el Senado de la República. “Soy nueva en política, llevo seis meses, lo acompañé como fórmula vicepresidencial y tuve la oportunidad de llegar al Congreso. Ganarse ese derecho generó unos compromisos y unos criterios de trabajo que no compartí”, contó Castillo, quien manifestó posteriormente que Hernández quiso que ella contratara para su Unidad de Trabajo Legislativo. Así fue la conversación con Revista Semana.
SEMANA: ¿Qué opinión tiene de la renuncia de Rodolfo Hernández? ¿La sorprendió?
MARELEN CASTILLO (M. C.): Sí, me tomó por sorpresa. No sabía cuándo se iba a oficializar su renuncia. Desde que se posesionó, el 20 de julio, él había venido manifestando que no se sentía a gusto en el Congreso. Un día vi la fotografía de su equipo legislativo y, al día siguiente, la noticia de su renuncia. No he conversado con él y no sé por qué esa decisión tan repentina.
SEMANA: Con esa renuncia, usted sería, formalmente, la cabeza de la oposición en el Congreso. ¿Qué pasará entonces con la Liga de Gobernantes Anticorrupción?
M. C.: Esa pregunta sobre el partido se la deberían hacer al ingeniero. Lo acompañé en la fórmula vicepresidencial, con un grupo significativo de firmas, así nos inscribimos. El 19 de junio, después de la segunda vuelta, ese grupo significativo desapareció, no existe. Él presentó al Consejo Nacional Electoral los estatutos para que le reconocieran su partido, pero no me invitó. No participé en su configuración ni en la elaboración de los estatutos. No estoy incluida ni en la lista que presentaron en anexos como integrantes.
SEMANA: ¿Y qué pasó? ¿Por qué no fue invitada a ser parte del partido?
M. C.: He pensado mucho en eso. He tenido reflexiones. Creo que él consideró que son ocho años trabajando en su proyecto político y que ese es su partido.
SEMANA: ¿No le preguntó al ingeniero por qué la excluyó?
M. C.: Le pregunté: ¿puedo conocer los estatutos del partido? Lo hice porque supe, por informaciones de prensa, que los habían radicado. Él me respondió que no los podía conocer. Que los habían presentado y que, cuando fueran aprobados, los compartía.
SEMANA: ¿Y lo hizo?
M. C.: No. Primero los conoció la prensa. Empecé a ver fragmentos de esos estatutos en las redes sociales.
SEMANA: La esposa del ingeniero, un hijo, el abogado, la secretaria, el escolta, entre otros, forman parte del partido. ¿Qué piensa?
M. C.: Como muchos lo han dicho: es un partido de familia.
SEMANA: ¿Le han propuesto que sea parte del partido político del ingeniero?
M. C.: Hay que analizar los estatutos y estoy haciendo la consulta con el Consejo Nacional Electoral. Voy a instaurar una tutela para preguntar cuál es mi situación después de haber participado en un grupo significativo de firmas que se acabó y luego apareció un partido al que no me invitaron.
SEMANA: ¿Ha vuelto a conversar con Rodolfo Hernández?
M. C.: Lo saludé en una plenaria conjunta del Congreso, hace unos 15 días.
SEMANA: ¿Por qué se enfrió la relación de amistad?
M. C.: A veces los puntos de vista no son los mismos. Cuando empezamos un trabajo legislativo, no se logró el trabajo en equipo, no logramos tomar decisiones conjuntas. Esa falta de trabajo en equipo nos distanció.
SEMANA: ¿Es cierto que hubo episodios fuertes de parte de él? Se habla de subidas de voz y situaciones incómodas…
M. C.: Sí, hay situaciones que uno no comparte y con las que, a raíz de mi formación y experiencia, no estoy de acuerdo. El trabajo en equipo se trata de conciliar, llegar a acuerdos y encontrar puntos que permitan la toma de decisiones. No llegamos a ese punto de encuentro.
SEMANA: ¿En qué no coincidieron?
M. C.: En cómo se hace el ejercicio político en el Congreso, por ejemplo, el relacionamiento. Me he relacionado muy bien con todos los partidos entendiendo sus lógicas de funcionamiento. Él tiene una mirada diferente de cómo se dan esos relacionamientos. Ahí no coincidimos.
SEMANA: ¿y cómo quería él que usted se relacionara en el Congreso?
M. C.: En el Congreso existen los compromisarios, cada partido los delega y ellos definen la participación legislativa en cada comisión. Estoy en la Primera de la Cámara, por el Estatuto de Oposición, pero existe otra comisión, la Legal de la Mujer. Pregunté cómo se participaba allí. En ese momento no tenía partido. No son negociaciones, son acuerdos. Él creyó que se estaban haciendo negociaciones y en ningún momento. Eran los acuerdos con los compromisarios.
SEMANA: ¿Eso molestó al ingeniero?
M. C.: Sí, él lo entiende como una negociación. Se le explicó que es un modo de operación en el Congreso que se maneja con los compromisarios de cada bancada.
SEMANA: ¿Por qué más temas han tenido diferencias?
M. C.: El manejo de la Unidad de Trabajo Legislativo (UTL). Una cosa es trabajar en equipo para constituir la UTL y otra cosa es que a uno le digan a quién tiene que contratar. Tengo mi criterio muy claro, llevo muchos años como directiva académica y administrativa. Busqué un equipo muy competitivo porque, además, no tengo compromisos con absolutamente nadie. Sí estaba de acuerdo con el ingeniero en constituir un equipo en conjunto, pero no que me mandaran las hojas de vida para la contratación. ¡Eso no lo comparto!
SEMANA: ¿Es cierto que el ingeniero le dijo en el Congreso que a usted se le había aparecido la virgen con él?
M. C.: Sí, señor, SEMANA está muy dateada. Soy muy prudente y respetuosa. Mi eterna gratitud hacia él, pero las informaciones se filtran. Me dijo que se me había aparecido la virgen, que me había ganado la lotería, el Baloto, pero fue él quien me hizo la invitación para ser su vicepresidente. Trabajé muy fuerte en el proyecto político con responsabilidad, conocimiento, con apoyo incondicional hacia él.
SEMANA: ¿Le dolieron esas palabras?
M. C.: Claro, ¿cómo no me va a doler? Trabajé arduamente con él. Se puede ver el trabajo en la campaña presidencial. No tengo por qué decirlo.
SEMANA: El excandidato también se molestó porque usted, al parecer, comprometía avales del partido en el Valle.
M. C.: No sé de dónde salió eso. Este es un mundo de calumnias. Nunca he ofrecido avales porque no tengo partido. ¿Qué avales voy a ofrecer? Alguien dijo, sin evidencias, que andaba ofreciendo avales en el Valle del Cauca. Nunca he hecho eso.
SEMANA: ¿El ingeniero le reclamó?
M. C.: Sí, me reclamó con justa causa. Le pedí que me escuchara y que, si no había evidencia, que por favor no hiciera esos comentarios.
SEMANA: ¿Es cierto que el excandidato y su esposa, Socorro Oliveros, ¿se comprometieron a pagarle un salario durante la campaña?
M. C.: Soy docente. Es mi actividad complementaria porque durante 22 años he sido directiva académica y administrativa. Lo que acordamos con el ingeniero fueron unos honorarios, por un apoyo en el proyecto educativo. Y se pagaron esos honorarios por ese acompañamiento y gestión.
SEMANA: ¿Se siente decepcionada del ingeniero?
M. C.: No. Mi eterna gratitud con él por haberme tenido en cuenta. No estoy decepcionada, lo apoyé, y apoyo la decisión que tome.
SEMANA: ¿Qué les dice a los más de diez millones de colombianos que votaron por ustedes y hoy se sienten indignados y decepcionados?
M. C.: Les digo que aquí está Marelen Castillo, la cara nueva de la política, una líder en otros procesos en Colombia que asume nuevos liderazgos.
SEMANA: ¿No le preocupa cargar con el lastre de la situación judicial del ingeniero, debido al proceso de Vitalogic, en sus épocas de alcalde de Bucaramanga?
M. C.: No cargo con eso porque soy Marelen Castillo y soy una mujer transparente, honesta, que no tiene ningún problema legal en Colombia. Esos son temas del ingeniero Rodolfo Hernández, no de Marelen Castillo.