Si le molesta que promocionen o le suban el sueldo a una compañera de trabajo, si sufre porque a un colega le dan un premio o le aceptan un importante proyecto, si no le gusta que los hijos de sus parientes saquen buenas notas, o que su amiga vaya siempre elegantemente vestida, si le inquieta que su compañero tenga una pareja hermosa y atractiva, si le quita el sueño que el equipo de fútbol de su vecino gane un campeonato, o que su partido político, el de él, gane las elecciones, que las comunidades indígenas hoy defiendan sus derechos y su identidad si le ocurre todo o alguna de esas y otras parecidas cosas, es muy posible que lo que usted tenga sea envidia, envidia pura y dura.
Pero la envidia no es desear lo que tienen los demás, cosa bastante natural, sobre todo cuando uno tiene poco. Lo que más y mejor caracteriza a la verdadera envidia es el deseo de que el otro, el envidiado, no tenga lo que tiene, de que no sea verdad que lo tenga, de que no sea cierto su éxito o no sea tanta como parece su riqueza material.
La verdadera envidia se centra imaginativamente en el otro, en el envidiado, más que en uno mismo. La envidia se lleva solo por dentro, en la intimidad subjetiva, pues su manifestación podría parecer y sentirse como una declaración de inferioridad.
El envidiado, por su parte, muchas veces ni se entera de que lo es, siendo el envidioso el que verdaderamente lo pasa mal. La envidia puede ser más fuerte y corrosiva cuando se genera de arriba abajo, es decir, cuando es el superior quien envidia al inferior, una envidia que puede agravarse cuando el inferior es más joven, o más listo, o más guapo. Envidias de ese tipo se dan especialmente en el trabajo y en todas las relaciones sociales jerarquizadas.
Verse superado por un inferior es siempre muy doloroso, salvo en las situaciones en que el superior pueda atribuirse todo o parte del éxito y atributos del subordinado.
Tuve el placer de trabajar en una región donde la cultura indígena que conocí es algo extraordinario y mágica pero aquella que viene de la mano de aquellos llamados MAYORES osea nuestros ANCIANOS
Recordé una frase que charlando con un médico tradicional retorno a ese líder llamado QUINTIN LAME, “Una columna formará el día de mañana un puñado de indígenas para reivindicar sus derechos…”. Esa cita de Manuel Quintín Lame aparece al inicio del informe “Guerra propia, guerra ajena”, del Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia (CNMH).
Lo que si es claro es que no podemos dañar la imagen de aquellos que con tanta verraquera defienden lo mágico y natural de nuestro ser, haciendo una apología al delito burlándose de ellos.
Si que estamos aburridos del cierre de la vía y sus protestas totalmente de acuerdo pero todos los años, se sienten, se comprometen y les incumplen ojala todos tuviéramos el valor moral de luchar así por nuestros derechos o compromisos , deba la luz , el agua o falte la comida a ver si te espera en la casa , jamás eso pasa cada paro Semana Santero no espera los gobiernos a que se sigan burlando pero con esos memes que se están viendo ya son la tapa
Lo que más y mejor caracteriza a la verdadera envidia es el deseo de que el otro, el envidiado, no tenga lo que tiene, de que no sea verdad que lo tenga, de que no sea cierto su éxito o no sea tanta como parece su riqueza material