No se le puede pedir más a una selección que se enfrentó a rivales muy fuertes y demostró casta, entrega y capacidad. Un penal en el segundo tiempo, a favor de Inglaterra, puso a Colombia a remar contra la corriente y luego del empate, otra vez Yerry Mina, se perdió en la lotería de los penales.
Mateus Uribe y Carlos Bacca. Un novato y un veterano. En sus botines se escapó la ilusión de seguir en el Mundial. Son cosas del fútbol y el regreso a casa no fue ajeno al dramatismo que siempre acompaña a la Selección y que dura hasta el pitazo final.
Los lanzamientos eran al contrario. Bacca antes que Mateus para que asegure y Uribe de último para meterle presión al inglés. Pero al Fallar Uribe, dejó a Bacca con toda la presión encima y en ese momento se supo que Colombia volvería a casa.
El pálpito al inicio del juego era de cosas buenas. El arranque de Colombia fue seguro. La salida de Inglaterra era punzante. Segura. Potente. Metían miedo. Pero la zona defensiva con Yerry Mina y Davinson Sánchez controló todos los embates que llegaban desde los costados en la búsqueda de la cabeza de Harry Kane.
La hora del sufrimiento
El primer tiempo se fue sin aproximaciones peligrosas de lado y lado. El partido fue muy táctico. Los dos equipos se cuidaban en extremo. Era mejor la seguridad que arriesgar y en la mitad de la cancha se peleaba cada balón a muerte. No había respiro para nadie.
El duelo se calentó por la floja actuación del árbitro norteamericano Mark Geiger que demostró que no está para duelos de esta naturaleza, pero como la Federación Colombiana de Fútbol no tiene peso ni autoridad para pedir árbitros de calidad, entonces siempre le cuadran el peor.
Fue tan malo que hasta logró sacar de casillas a Radamel Falcao García que siempre ha sido un señor en la cancha y en esta oportunidad fue a reclamar con vehemencia ante los yerros del central.
A los 57 minutos de partido empezó la hora del sufrimiento para Colombia. Una falta sancionada por falta de Harry Kane, de Inglaterra, sobre Carlos Sánchez, el juez la dio al contrario y decretó penal para los ingleses. Kane lo transformó en gol y para Colombia las cosas se pusieron difíciles. Mucho más de lo que ya estaban.
El sueño revivió con Mina
El cronometro llegó marcó los 90 minutos de reglamento y se dieron cinco minutos de reposición. Había esperanzas. Colombia se fue con todo al ataque y logró descomponer la férrea defensa de los ingleses que trataban de quitarle revoluciones al partido.
Un remate portentoso de Mateus Uribe pegó en el cuerpo de Maguire y se fue al tiro de esquina. Era la última chance para Colombia y Juan Guillermo Cuadrado se hizo cargo del cobro mientras 22 hombres se apiñaban en el área inglesa, incluido el arquero colombiano David Ospina que se fue a buscar la gloria.
El cobro de Cuadrado encontró la cabeza de Yerry Mina que de potente remate contra el piso empató el juego. Corría el minuto 93 y Mina otra vez revivió el sueño para Colombia. Golazo y al alargue.
Los 30 minutos suplementarios se fueron con algunas escaramuzas de parte y parte, pero sin contundencia. Ninguno de los dos seleccionados tenía arrestos para causar daño y sólo un error podría desequilibrar el duelo.
Colombia resistió y fue más, pero sin profundidad porque Bacca perdió todos los duelos contra los grandotes defensores, Falcao ya estaba agotado y desde atrás se trabajó más en seguridad que en profundidad y eso llevó a la definición por la lotería de los penales.
Llegaron los cobros desde el punto penal e Inglaterra fue más efectiva. Colombia falló dos y se regresa a casa con la satisfacción de haber cumplido un buen Mundial, de que arrimó el alma en cada jugada, en cada partido, aunque dejó en el aire el humo de que se pudo haber hecho un poco más. Esto es fútbol. Sólo fútbol.