Este artículo tiene como finalidad plantear una mirada al rol de la mujer del siglo XVII, desde la perspectiva de Genoveva Alcocer, en el libro de La Tejedora de Coronas de Germán Espinosa, donde podemos ver la construcción de un nuevo papel femenino, diferente al ya marcado en este tiempo por la Santa Inquisición en las colonias del Nuevo Reino, exactamente en Cartagena de Indias, donde predomina la mujer religiosa, casta y devota, siendo Genoveva inconcebible para su época, por ser rebelde, crítica, sensual y agresiva.
Estos son los dos roles que contrastarán en el desarrollo de la novela de Espinosa, arrojando datos importantes para concebir ese cambio de construcción del ser femenino, a partir de Genoveva, astrónoma empírica, sin prejuicios religiosos ni escrúpulos transgresores de la fe, tales como, la ciencia y la razón, abierta a una sexualidad libertina, gozosa y desenfrenada, viajera osada y temeraria.
Estos son los siguientes contrastes:
En primera instancia, vemos a Genoveva como mujer fatal, la establecemos dentro de estos parámetros, ésta se nos presenta estéril, libre, rebelde, pasajera, sin madre y sin esposo, que hace parte de una logia matritense masculina, única mujer en esta organización, jugando un papel importante en ella.
Su primer contacto con estas ideas fue a través de Federico Goltar, quien con su catalejo observó el planeta Urano, que más tarde así se le llamaría, y que la invita a ser esa mujer intelectual, crítica, valiente, ofreciéndole todo a la par para que su destino se fuera tejiendo de coronas, al ser la amante de geógrafos que van en misión a Quito y que la inician en la aventura de su vida, al llevarla consigo a Francia y que más tarde conociera a François Marie Arouet, más conocido como Voltaire, pionero de la ilustración, en el Siglo de las luces, que la incitó a ser parte de la logia masona de la Cloitre Notre Dame, cuya misión más importante fue hablar con el papa Benedecito XIV, para convencerlo de poder ser enseñada la ley Heliocéntrica de Copérnico, como hipótesis en las escuelas y universidades católicas, y fue enviada finalmente a retornar a Cartagena, para corroborar este cumplimiento y ver elevarse los cimientos del conocimiento en la Colonia, al fundar otra logia que actualizará a los criollos con las innovaciones e inventos científicos, por eso se sorprendió alegremente, un día de 1773 cuando se enteró que en el Colegio Mayor del Rosario de Santa Fe de Bogotá, el sacerdote recién ordenado, José Celestino Mutis, se atrevió a defender dichos postulados ante sus alumnos. Alcocer desafío abiertamente al Santo Oficio Español que la llevó a la hoguera por bruja, llamada la bruja Alcocer, pero logrando conformar su ideario de criolla ilustrada, capaz de introducir cambios en una patria donde el progreso era pecado.
En segunda instancia, vemos a Genoveva y la sexualidad, ella era dueña de su sexualidad, elegía a su voluntad, no tenía complejos ni remordimientos carnales, disfrutaba de ser ardiente y hermosa, se deleitaba en los goces placenteros de las pasiones desordenadas, una mujer autónoma e independiente, libidinosa y erótica, para Damiani “las distintas manifestaciones de la sexualidad de Genoveva marcan el proceso en la estructuración de su identidad, iniciada con la aceptación de sí misma hasta desembocar en un darse a los demás; recuérdese su compensación masturbatoria ante la imposibilidad de una relación sexual con Federico, su homosexualidad ocasional con Beltrana para superar la orfandad en que queda la ciudad luego del ataque, su vivencia de placer durante la violación de Leclerq, uniones voluntarias y placenteras con el negro Bernabé, con varios navegantes que llegan a Cartagena a comienzos del siglo XVIII, con los astrónomos De Bignon y Aldrobandi, con hombres de letras como Voltaire y otros, con jóvenes europeos, con Marie, y ya nonagenaria con Apolo Bolongono”
Germán Espinosa define y dibuja en su obra a una Genoveva que nos edifica una nueva feminidad en las colonias españolas, identificada con sus ideales que enriquecen su concepción de mundo: enemistad con los dogmatismos religiosos, oposición radical a la intolerancia, búsqueda incansable de la libertad de pensamiento, necesidad de liberar a los hombres de atavismos y de construir un género de iguales.